¿Quién manda aquí?

¿Quién manda aquí?

diciembre 13, 2018 Desactivado Por La Opinión de

Tras casi dos semanas del inicio de la cuarta transformación, después de seis meses de una postcampaña, con sabor a presidencia anticipada, y obviamente después del eterno discurso de “campaña” que López Obrador expuso nuevamente en su toma de protesta, ante el Congreso de la Unión, encuentro muchos puntos por analizar y reflexionar; sin embargo, me parece sumamente importante destacar el común denominador de los hechos antes mencionados, a saber, la autoridad o autoritarismo con el que se han presentado.

Durante los seis meses posteriores a la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador no paró de hacer declaraciones respecto de su futura presidencia, las cuales tuvieron repercusiones políticas,económicas y sociales, entre ellas la que me parece más interesante es la que gira en torno al NAIM. Durante su campaña manejó discursos muy confusos y contradictorios, en algunos momentos se pronunciaba completamente en contra de la construcción del aeropuerto en Texcoco, posteriormente dijo que lo decidirían los expertos y por último afirmó que se sometería a consulta,utilizando como argumento la “democracia participativa” para justificar su actuar.

Cabe mencionar que en la forma, efectivamente cumplió su última promesa, pero en el fondo la“consulta popular” fue una simulación total en muchos sentidos; primero porque no fue realizada por el INE, como lo marca la Constitución política, y por lo tanto no era de ninguna manera obligatoria, al haber sido realizada ad hoc por un particular.

En segundo lugar, la implementación de la consulta fue evidentemente tendenciosa, al haber instalado mayor cantidad de casillas en los bastiones de Morena, en lugar deque el número de casillas fuera proporcional a la densidad poblacional de las entidades; aunado a ello el doble o triple voto permitido por los funcionarios de casilla a los votantes resultó igualmente tendencioso e ilógico.

Sin embargo, del hecho en comento, lo que quiero señalar es el autoritarismo que lleva implícito, puesto que un Presidente electo, sin ningún tipo de autoridad ni legitimación para hacerlo, realizó la simulación de una consulta popular, por así convenir a sus intereses, y con el resultado de ella, aunado al argumento falaz de la “democracia participativa”, impuso una decisión de trascendencia nacional que afecto al país política, económica y socialmente.

Asimismo, durante la postcampaña y una vez que Morena se apoderó del Congreso de la Unión, López Obrador reiteró su intención de hacer varias reformas constitucionales, entre ellas la creación de la Guardia Nacional, la “Contrarreforma Educativa” y la denominada “Ley de Austeridad”.

Con relación a la Guardia Nacional hay mucho que analizar, empezando por los tiempos, puesto que dicha reforma se propuso un día después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declarara inconstitucional la Ley de Seguridad Interior que pretendía justificar la militarización del país, mandando López Obrador y sus partidarios un claro mensaje a los Ministros de la SCJN, afirmando que una simple Acción de Inconstitucionalidad no les iba a impedir militarizar el país y así acertando el primer golpe al sistema de pesos y contrapesos que sustenta la división de poderes.

En ese mismo sentido, el actual Presidente volvió a arremeter contra el Poder Judicial mediante la Ley de Austeridad, al pretender disminuirles el salario a Ministros, Magistrados y Jueces de un plumazo, lo que a mi parecer es un atentado contra la independencia e imparcialidad del Poder Judicial de la Federación y una reiteración que en la cuarta transformación manda el señor López Obrador.

Por último la Contrarreforma Educativa es el simbolismo de ruptura con el régimen de Enrique Peña Nieto, que López Obrador por muchos años usó como estandarte; sin embargo me parece un error garrafal, puesto que por demostrar una ruptura más que evidente y por quedar bien con un sindicato corrupto de maestros flojos e incompetentes, el Presidente de la República se está cargando la educación de los niños y niñas del país y con ello su futuro.

Dicho lo anterior, me parece evidente que Andrés Manuel López Obrador es un Presidente que se siente asechado por los fantasmas del pasado y por ende siente la necesidad patológica de reiterar constantemente su autoridad, que cae en autoritarismo, y me resulta verdaderamente preocupante que un Presidente con una mayoría aplastante en el Congreso, con el ejército a su servicio, una popularidad de 70% y una diferencia electoral nunca antes vista en la democracia mexicana, sienta la necesidad de reiterar su Poder en cada ocasión que se le presenta.

¿Alguien tiene duda de quién manda aquí?

Arturo J. Vázquez

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