Nadie ha pensado en las utilidades
enero 29, 2019La industria de la maquila es un negocio bastante peculiar, que tiene como cimiento la alta demanda de bienes de consumo del mercado estadounidense y la significativamente barata mano de obra mexicana. Es una industria que funciona de manera simple: importan materias primas que requieren de una transformación manual para convertirse en bienes terminados o componentes de otros bienes más especializados.
En la lógica que operan es común que haya días, o incluso semanas, en las que algunas líneas de producción se detengan; y para ello, administrativamente es más conveniente descansar al personal en lugar de despedir y recontratar. Por ello, y por incrementar márgenes de ganancia, por supuesto, las empresas pagan a los trabajadores, de manera legal, en dos esquemas: un salario base y bonos de productividad.
La problemática que se ha desatado en el estado de Tamaulipas tiene como origen el hecho de que el salario base de los trabajadores estaba por debajo del nuevo salario mínimo para la franja fronteriza. En respuesta a esto, las empresas, que tienen como fin último maximizar su utilidad, ajustaron salarios base y bonos para que se alcanzara el salario mínimo, pero sin incrementar significativamente la paga final. Una acción legal y justificada.
El problema está en que los discursos populistas sembraron en los trabajadores la falsa expectativa de que al doblar el salario mínimo, se doblaría su pago. Y no ocurrió así.
Consecuencia de políticas públicas improvisadas, decisiones no consultadas y medidas populistas que en el fondo no abonan al desarrollo ni mejoran las condiciones laborales, lo que ocurre en la frontera es una muestra más de como la ineptitud e incompetencia de un gobierno puede traer consecuencias desastrosas.
Lamentablemente no es un asunto al que se le vea pronta solución, puesto que se acentuará en unos cuantos meses, cuando venga el reparto anual de utilidades. Porque las empresas maquiladoras, fiscalmente hoy pagan más salario que el año pasado, por tanto, más impuesto sobre la renta. Y como la lógica no falla, eso significa mayor gasto y menos rendimientos, menos ganancia, menos utilidades a repartir.
Lo que ha estallado en Matamoros pronto se puede extender por toda la franja fronteriza, cuando los empleados en el mes de mayo no perciban lo que esperaban de utilidades; asunto que puede generar una crisis de grandes proporciones. Serán tiempos de paros y manifestaciones, de sabotajes y una escalada en la violencia colectiva; pero también de una reducción del poder adquisitivo y una importante baja en ventas minoristas, automóviles y otros bienes. Una pequeña crisis económica.
Habrá que ver si cuando empiecen los paros en Tijuana y Mexicali, la respuesta del Gobierno Federal seguirá siendo un “exhorto al diálogo entre las partes”. O aparecerá un mágico subsidio federal, un incentivo fiscal o una dádiva al pueblo bueno.
Y mientras tanto, a 60 días de gobierno, seguimos siendo todos los mexicanos los que pagamos las consecuencias de la transformación de cuarta.