Minatitlán, ¿cuándo será la siguiente?
abril 24, 2019Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el trimestre enero-marzo ha sido el más violento y letal de los últimos años, en México, producto de malas estrategias en materia de seguridad en los sexenios pasados y que se agudiza en la actual administración de AMLO.
La presencia del periodista de Univisión Jorge Ramos en la “mañanera”, en la que confrontó al Presidente de la República por las cifras de asesinatos en México en los últimos meses y que de seguir la tendencia se convertirá en el año más sangriento –aseveración justificada en datos obtenidos por medios oficiales–, generó una turba de ataques en contra del comunicador; desatando una guerra campal entre quienes defienden la valentía y seguridad del periodista por confrontar al poder, frente a quienes defienden la investidura de la figura presidencial, como un ser supremo, no digno de las críticas y señalamientos; seguido de una fuerte amenaza a los medios, la prensa y a la libertad de crítica días después, declaraciones que llegan en medio de una violencia exacerbada en contra de periodistas en México.
Lo innegable es la violencia extrema que se ha desatado a lo largo del territorio, los grupos armados, la pobreza y el narcotráfico han sido el caldo de cultivo para el mar de sangre que se ha desatado en los últimos días, a la vista de todos y todas; ante la impotencia del gobierno que se ha detenido a alimentar la ola de violencia, una violencia simbólica, desde el púlpito presidencial que divide, señala, polariza y que ha llevado a dividir a los ciudadanos entre buenos y malos, entre conservadores o fifís versus el pueblo bueno y sabio (los buenos, los sabios), lo que sólo ha servido para expandir el discurso de confrontación entre mexicanos, frente a un discurso de unidad, serenidad y cautela que debería emitir el Ejecutivo ante su pueblo; esto no sucede y agudiza la situación.
La creciente violencia no se detiene sólo con el ejemplo, ni con buenas intenciones, ni mucho menos con descalificaciones que alimentan el odio y la división en un terreno pantanoso. Minatitlán ha sido la gran nota de indignación social, una barbarie atroz que acabó con la vida de 14 personas de una manera violenta y cobarde que nos hace preguntarnos no ¿cuál será el siguiente?, sino ¿cuándo volverá a ocurrir?
El asesinato del Alcalde de Nahuatzen, en Michoacán, los 38 homicidios en Sinaloa, los asesinatos en Guanajuato, el atentado en Comalcalco, el ataque a una familia, en Tabasco, dejando sin vida a dos mujeres, un niño y una bebe heridos, por mencionar casos donde cada día es una crueldad que rebasa a la anterior. El gobierno ha estado en una narrativa de culpar al pasado, a los fantasmas intocables que prometió llevar a un juicio, lo cual aún no sucede, y en buena medida es razonable; la violencia no se soluciona con una pose mágica ni mucho menos en tres meses, pero sí puede acelerar el proceso para pacificar al país, a través de una estrategia de seguridad clara. Pasarán meses para que la gran apuesta de esta administración rinda frutos: la guardia nacional.
Una guardia a la cual se le han violado sus garantías, desde antes del inicio de operaciones: un mando y estructura militar, ante la exigencia de un mando civil; empeora la situación que apunta a repetir la historia de sangre como lo hizo Felipe Calderón, una política fallida como la guerra con el narcotráfico, que costó miles de muertos; que en lugar de solucionar, empeoró la situación.
Sin un plan de seguridad, estrategia real que ataque la violencia, que vigile a quién hace valer la ley, pero sobre todo se haga cargo, se responsabilice de lo que está sucediendo, hacer valer la Constitución, las leyes, las instituciones y los medios del Estado, para hacer valer el Estado de Derecho; porque no puede existir una política donde los personajes se “echen la bolita” de una situación donde están matando a mexicanos; los muertos ya son de este sexenio. Ante el caos seguirá reinando el dolor, la sangre y el sufrimiento del pueblo mexicano, frente a la impotencia de las autoridades que cala a todo un pueblo.
El reto de la actual administración es demostrar, a través de hechos, que estos números irán a la baja en los próximos seis meses, en palabras de Andrés Manuel; lo cual será resultado de la implementación de sus políticas o será recordado como un visionario que terminó por repetir lo que tanto atacó: los muertos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.