La utopía que encierra la noción de “Patria”

La utopía que encierra la noción de “Patria”

junio 18, 2019 Desactivado Por La Opinión de

Como bien dijo Maluma, el famoso cantante y compositor colombiano, el pasado no se borra ni se edita ni se cambia, sólo se acepta y se supera. Argentina como muchos países latinoamericanos tiene un pasado, que más bien en algún momento podría ya ser superado y no reiterado una y otra vez. Pareciera que los argentinos estuvieran arriba de un carrusel, dando vueltas en un mismo sitio una y otra vez. A pesar de que las caras que vemos afuera del carrusel parecieran ir y venir, sus actitudes siempre son repetitivas, se encuentran allí mientras nosotros damos vueltas en un mismo sitio.

Como bien explica Juan Bautista Alberdi, la noción de Patria que tienen los argentinos se encuentra íntegramente relacionada con la coacción de las libertades individuales. Bajo esta concepción el hombre que nace libre por naturaleza debe por entero su existencia a la Patria, desde sus posesiones materiales hasta su familia. Si el individuo no se entregaba plenamente a la Patria entonces era considerado un acto de traición.

No es sorprendente que, en épocas de guerra, casi siempre iniciadas por el capricho de algún político, se debía “servir” a la Patria y luchar en el campo de batalla por ella, entregando su vida para ello. No existe nada más absurdo que la utopía de la Patria. Los individuos son esclavos de la “Patria”, que fue utilizada por los reyes en un primer momento y luego por la figura del gran Leviatán, que sería el Estado. La Patria es libre de cualquier opresión externa pero el individuo no lo es.

Existen dos tipos de sociedades y sólo una es la que prospera en el tiempo:

  • La que sus individuos esperan las migajas del Estado y ansían fervientemente que terceros, mágicamente, incrementen su propio bienestar y satisfagan todas sus necesidades de la noche a la mañana.
  • La que sus individuos desean incrementar su bienestar personal de forma individual, sin esperar nada de nadie.

Esta última es la que funciona en el largo plazo, porque a través de la libertad y la naturaleza egoísta de los individuos se logra incrementar el bienestar en su conjunto, con el menor costo posible, sin perjudicar en el trascurso a nadie. Pero para ello es necesario que los individuos tomen conciencia de la necesidad de exigir este camino, ya que de nada vale si éstos sueñan que pueden conseguir de forma permanente algo sin trabajar por ello.

La segunda opción es la que encierra el concepto de meritocracia. La única forma de progresar es que cada uno de los individuos, que componen la sociedad, tome las riendas de su propia existencia y persiga su interés personal.

La cuestión sería cómo lograr esto si la omnipotencia del Estado se encuentra pisándoles la cabeza. Fácil, limitando esa omnipotencia, limitando el poder del Estado. Una forma de limitar ese poder es haciéndolo más chico. Si el Estado es enorme, además de volverse ineficiente, atenta de forma directa contra las libertades individuales y, por ende, contra el bienestar de la sociedad en general. Por lo tanto, mantener un Estado pequeño es condición necesaria para garantizar la libertad de las personas.

Natalia Motyl

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