¿Qué tanto importa la aprobación presidencial?
septiembre 2, 2019La aprobación presidencial tiene un impacto crucial en la capacidad de comunicación de un presidente para gobernar a través del carisma, la persuasión, el establecimiento de la agenda, y ataques y contrastes; esta dinámica también es conocida como “bully pulpit” (Mervin, 1995), algo así como el “púlpito del bravucón”.
El “bully pulpit” de un recién llegado es diferente del de un presidente que está por irse. No necesariamente mejor, ya que maniobras a corto plazo por mandatarios impopulares pueden reunir suficiente apoyo en ciertas coyunturas (Canes-Wrone, 2004), pero no es igual. En este sentido, el “bully pulpit” de un presidente aprobado por el 70% puede tener más propiedades de persuasión que el de uno con 20%.
Además, como Canes-Wrone y De Marchi (2002) argumentan, la aprobación impacta el grado de éxito de un presidente para promover legislación 1) compleja (“tema sobre el cual los ciudadanos tienen poco conocimiento” [p. 492]), por ejemplo, en materia energética; y 2) relevante para la gente, como, digamos, algo sobre la canasta básica.
Por lo tanto, como señaló Edwards III (1976, p. 113), si un presidente quiere que su programa legislativo se convierta en ley (el principal desafío para un Gobierno Federal, fuera de sus acciones Ejecutivas), su aprobación debe fortalecerse, ya que afecta la forma en que los legisladores (incluso los de su partido) emiten sus votos.
Asimismo, estos dos últimos estudios se asemejan a las conclusiones de Richard Neustadt (1991) de que el “prestigio presidencial” (la combinación de su aprobación entre la población general y su posición entre las élites políticas) puede afectar directamente las posibilidades de influencia futura de la Oficina del Presidente.
En contraste, un presidente centrado única o principalmente en fortalecer su aprobación presentaría serios desafíos para la democracia; los otros poderes; la burocracia; y el sistema presidencial, particularmente en forma de actitudes demagógicas, populistas o paternalistas, usualmente a corto plazo, para mantener o aumentar su aprobación. No debemos, no podemos, olvidar esto en el México actual.