COVID-19, el espejo de la incapacidad de quien nos gobierna

COVID-19, el espejo de la incapacidad de quien nos gobierna

abril 28, 2020 Desactivado Por La Opinión de

Son las crisis las más grandes pruebas para todos, especialmente para los gobernantes. En las crisis muchas veces se aprende sobre la marcha, sin que ello signifique falta de responsabilidad. Son situaciones extraordinarias, circunstancias inesperadas, para las cuales difícilmente se está preparado; de lo contrario no serían crisis, sino problemas que han perdurado en el tiempo.

Lo anterior no significa, en lo absoluto, que no se puedan gestionar bien, que no haya funcionarios y gobernantes capaces, con inteligencia y dinamismo, aptos para responder a distintos escenarios. Que un problema sea una crisis, tampoco significa que no se les debe o puede exigir a los gobernantes, mucho menos que todo se les va a aplaudir.

Alrededor del mundo, son muchos los profesionales que se dedican a la gestión y comunicación de situaciones críticas; al parecer ninguno trabaja para el gobierno mexicano.

No se puede culpar a las crisis, ya sean internas o externas, de los malos resultados; los gobernantes no se pueden escudar en frases como “fue la crisis” o “era algo inesperado”, pues es ingenuo el gobernante que cree que un gobierno puede estar exento de problemas inesperados. Tonto es pensar que el camino que va desde la toma de posesión hasta el final de la gestión es una línea recta, sin subidas ni bajadas; si así fuera no existiría la necesidad de tener buenos gobernantes, cualquiera sería apto para gobernar.

Es verdad que gestionar las crisis es complicado, también es verdad que comunicarlas a la ciudadanía también puede resultar complicado; sin embargo, más allá de los mil consejos y mandamientos que cualquier asesor pueda dar respecto a una crisis, existe una regla de oro que, sin su cumplimiento, ninguna buena estrategia de comunicación funciona:

ES IMPOSIBLE COMUNICAR BIEN, SIN GESTIONAR BIEN.

Quien no sepa manejar una crisis, no tendrá capacidad de transmitir sobriedad, calma, pero sobre todo confianza. El que gestiona mal una crisis, comunica mal una crisis; se encuentra día tras día frente a los medios de comunicación contradiciéndose, callándose y lo peor de todo: mintiendo.

Hay gobernantes que, al momento de transmitir, se olvidan de quiénes son los interlocutores. Los gobernantes que se enojan con los periodistas, no se están portando groseros y cortantes hacia las cámaras y micrófonos, sino hacia la ciudadanía misma.

No es el populismo una ideología, es el populismo, sobre todo, una forma de estructurar un discurso; cuando el líder populista pierde el discurso, ha perdido el rumbo, ha perdido el objetivo, ha perdido, antes de darse cuenta, a sus seguidores. El líder se enoja cuando empieza a verse solo.

La crisis del COVID-19 no solamente parece que ha rebasado al Gobierno federal, sino, mejor dicho, ha hecho evidente la incapacidad del gobierno. Hoy somos testigos de un gobierno que intenta transmitir algo, un “algo” que siempre, al día siguiente, desaparece, producto de la contradicción, de la ignorancia y de la incapacidad.

Ante una crisis como el COVID-19, de la cual nadie, absolutamente nadie, es inmune, el ejemplo de los capitanes de la tripulación, es decir, de los gobernantes, es sumamente relevante.

Así como los niños, los ciudadanos no aprendemos de lo que nos dicen, sino de lo que vemos que hacen los líderes; no vamos a confiar ni a creer lo que nos digan si vemos que no lo hacen ellos mismos; es muy simple, es cuestión de credibilidad.

Que no nos pidan creer en cifras que se contradicen, en medidas que no explican razones; que no nos pidan que confiemos en quienes prefieren callarse. Se enojan de que señalemos que el encargado de gestionar el COVID-19 sale a comer tacos a la calle; lleva a su hijo al trabajo; etc. Señores gobernantes ¿qué quieren? ¿Quieren acaso que les aplaudamos su maloliente irresponsabilidad?

Hablan y hablan de la sana distancia, pero no son capaces de mantenerla cada mañana. Hoy el Presidente, les guste o no, ha perdido el respaldo, los grandes niveles de aprobación, pero lo más triste es que, también, ha perdido esa virtud digna de los grandes gobernantes, la credibilidad que emana del pueblo.

El domingo pasado, el Presidente anunció medidas de infraestructura en colonias populares; me pregunto: ¿qué tiene que ver eso con el COVID-19? Anunció estas medidas para 50 municipios del país, lo cual no representa ni el 5% del total de municipios de México; y el COVID está en todo el territorio nacional, y nada tiene que ver con espacios deportivos.

Las medidas, que el domingo pasado anunció el Presidente, se parecen más a un intento de recuperación de credibilidad y legitimidad, con programas de dádivas y clientelas; algo así como lo que en su tiempo tanto criticaron del programa “Solidaridad”, con el cual Carlos Salinas de Gortari buscó ganar la legitimidad del país.

Hoy, el gobierno culpa y habla de una oposición a la cual no le importan las circunstancias, reflejando así, no solamente su naturaleza antidemocrática, que ve con malos ojos la pluralidad de opiniones, sino también su poco conocimiento de cómo se está manejando la situación alrededor del mundo; no han sido capaces de dejar de ver su ombligo y observar las arduas discusiones en parlamentos como el italiano, el británico o el español. Quizá nuestros gobernantes quieren que nos callemos, y hablemos cuando tengamos la pena de estar enterrando a miles de víctimas.

No nos engañemos, ni mucho menos permitamos que nos engañen: López Obrador ha perdido el rumbo –si es que alguna vez lo tuvo– y hoy, tiene menor aceptación que los presidentes anteriores, cuando llevaban año y medio de haber asumido el poder.

El 2021 no hablará por sí solo, los votos de los ciudadanos lo harán.

Isidro O’Shea
Twitter: @isidroshea


Fotografía: Tasha Kamrowski / pexels.com

Réplicas