El presidente y un raro concepto de democracia

El presidente y un raro concepto de democracia

mayo 19, 2020 Desactivado Por La Opinión de

Desde que inició su gobierno, el presidente López Obrador lo denominó la 4T, haciendo alusión a una cuarta transformación sociopolítica que el país necesitaba, argumentado que su llegada representaba la verdadera llegada de la democracia en el país; menospreciando así, los lustros anteriores de democracia en México que permitieron, a partir de sus instituciones, que él asumiera el poder.

Hoy no solamente preocupa que no reconozca las instituciones electorales que fueron evolucionando desde la década de los 70 hasta el año 2000; preocupa ahora su actuar autoritario que parece rebasar los alcances del partido hegemónico del siglo XX.

El concepto de democracia para López Obrador y sus porristas ya no solamente difiere en cuanto a lo electoral, sino también en torno a los valores propios de las democracias contemporáneas, pero también en torno a los conceptos que universalmente se utilizan en las mismas.

El presidente mexicano se ha encargado de polarizar al país, nombrado con diferentes sustantivos y adjetivos a todo aquel que no esté a favor de sus decisiones, los ha llamado fifís, conservadores y hasta fascistas. La semana pasada fue aún más lejos al cuestionar el profesionalismo y ética de gremios completos: médicos, arquitectos, ingenieros.

Ejemplo de su extraño concepto de democracia, es que el presidente ya no se limite a estigmatizar a los periodistas nacionales, y ahora también lo haga con los internacionales que han evidenciado la nula estrategia de su gobierno por combatir la pandemia del COVID-19. Al presidente ya no le bastó el periférico de la Ciudad de México para ir en sentido contrario mentando madres, ahora se fue al espacio marítimo internacional, a hacer lo mismo.

La semana pasada, el presidente también se mofó de todos aquellos mexicanos que creyeron que regresaría al Ejército a sus cuarteles. No le bastó crear una guardia nacional militarizada, encargada de reprimir a prestadores de servicios (uber o cabify) y a migrantes centroamericanos; ahora anuncia que el Ejército mexicano no regresará a sus cuarteles y que seguirán haciéndose cargo de la seguridad nacional y de muchas otras cosas como la construcción de Santa Lucía, es decir, continuaremos con el país militarizado que tanto criticó, con la diferencia de que ahora no solamente se encargan de la guerra contra el narcotráfico.

Si bien, ya era sumamente evidente su falta de un plan real de gobierno, ahora la 4T renuncia a invertir en energías limpias como la eólica o solar; pues su proyecto de Dos Bocas debe continuar, a pesar de la sobreproducción de petróleo que hay a nivel mundial.

En la democracia de AMLO, la libertad de prensa no es una prioridad, prioridad son los periodistas dignos de una parodia, que le pongan preguntas a su modo. Las redes sociales por su parte han pasado de ser benditas a ser terribles, pues ahora es a él a quien le exigen resultados.

En la democracia de AMLO no se considera necesario hacer pruebas para la detección oportuna de una enfermedad altamente asintomática, que se ha convertido en pandemia. En la 4T apuestan por mitigar las cifras oficiales, más que a la pandemia, de modo que el día de mañana, cínicamente, puedan decir que México logró contenerla. Aun así, México ya rebasa el número de contagios que tiene China y, sobre todo, ya rebasa la fama de la incapacidad e insensatez de otros países como Estados Unidos o Brasil.

En el gobierno democrático de AMLO, la transparencia e información tampoco son necesarias, pues se puede dejar a los periodistas con la pregunta en la boca y tergiversar conceptos universales como: aplanamiento de una curva; mediciones de bienestar; o hasta ideologías políticas de índole universal: conservadurismo, liberalismo y hasta fascismo. Inclusive, en la democracia morenista, austeridad significa vivir en el mismo palacio donde vivieron Maximiliano y Carlota.

La democracia obradorista es tachar de traidores a quienes se bajan de su accidentado barco, al ver que no hay ni brújula ni plano, ni mucho menos proyecto, tal como ha sucedido con el ex secretario de Hacienda Carlos Urzúa, o recientemente con la Senadora Lilly Téllez.

La 4T, en su marco teórico de democracia, entiende por fraude, estafa, o conflicto de interés, aquellos que sucedieron con gobiernos pasados, pero no los de sus más allegados colaboradores como Manuel Bartlett.

La democracia del presidente radica en el aplausómetro de Chabelo, pero no en el Estado de Derecho. Se basa en venganzas políticas, y no en políticas públicas. El concepto de democracia de la 4T avala que el presidente diga que no supo lo que le respondieron los directivos de Twitter, ya que no habla inglés; mientras, paradójicamente, de manera no intencionada, el presidente y su gobierno se han convertido en el mejor ejemplo para distinguir la diferencia conceptual entre politics y policies; interesados en generar discusión y vida política, pero nulo interés en crear políticas públicas.

En la democracia del presidente, los payasos no son los que se suben a un stand a hacer reír a la gente, sino aquellos que se ríen de la gente.

Isidro O’Shea
Twitter: @isidroshea


Imagen: Mohamed Hassan / pixabay.com

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