La vuelta de la oposición
julio 2, 2020 Desactivado Por La Opinión deA inicios de 2020, el PRI, el PAN y el PRD no constituían un peligro para la permanencia de Morena en el poder. Pese a haber dominado la política partidista durante años, estas tres fuerzas no constituían una competencia real para el presidente ni para su partido, quienes se habían acomodado en el poder después de ganar las elecciones el 1 de julio de 2018. El PAN y el PRD parecían carecer de rumbo y el PRI había optado por negociar apoyos a las políticas federales a cambio de concesiones.
Pese a que en más de una ocasión López Obrador había dado muestras de no ser capaz de estar al frente del Gobierno, con sus continuos dislates, errores y extravagancias, la oposición no conseguía mostrarse atractiva frente a los ciudadanos. Los errores del pasado, la sombra de la corrupción y las asignaturas pendientes parecían invalidar a las fuerzas opositoras. Como resultado, el presidente avanzaba en su proyecto político sin sentir una excesiva presión pública y legislativa.
Sin embargo, unos meses después y tras la pandemia de la COVID-19, la oposición parece haberse despertado de su letargo. Los gobernadores han sido los primeros en levantarse contra una gestión errática y contradictoria. En este escenario, los mandatarios estatales tienen, al menos, dos incentivos para alzar la voz contra el presidente: por un lado, garantizar la seguridad y evitar el colapso económico de sus estados y, por el otro, dar un salto en su carrera política. Ante el vacío de fuerzas opositoras nacionales, muchos gobernadores esperan capitalizar la popularidad que están adquiriendo durante la pandemia para convertirse en presidenciables de cara a las elecciones de 2024.
Junto con el movimiento de los gobernadores, la irrupción de Felipe Calderón y su movimiento México Libre. El expresidente asegura que logrará imponerse en las elecciones de 2021, donde se definirá la composición de la Cámara de los Diputados, además de 15 gubernaturas y 29 congresos locales. Con un llamamiento expreso a la ciudadanía en busca de apoyos electorales, Calderón presenta su proyecto político como un medio para la reconciliación y la reconstrucción. Asimismo, Morena se ha debilitado por dentro y se han dado disidencias como la de Lilly Téllez, quien ha pasado a la banca del PAN en el Senado.
Como telón de fondo, una parte de la sociedad civil se ha movilizado contra el presidente y su gestión, haciendo visible la actual polarización de la ciudadanía. Mientras que algunos aún confían en el “nuevo pacto social” del Gobierno, otros se han articulado en un frente Anti-AMLO pidiendo la renuncia del presidente. Como principales denuncias, destacan las críticas a la irresponsabilidad de López Obrador durante la pandemia, así como el riesgo que supone para la soberanía, la integridad y la independencia del país su proyecto político.
Los ánimos están crispados y la hasta ahora desdibujada oposición ha sabido aprovechar la situación para recobrar algo de aliento. No obstante, muestra una fuerte debilidad: como suele ocurrir, está dividida. Eso dificulta la posibilidad de lanzar a un candidato fuerte que unifique a las distintas fuerzas y que defienda un discurso coordinado que aglutine al electorado desencantado. No obstante, esto no es suficiente para desarrollar una estrategia verdaderamente exitosa.
Convendría lanzar nuevas caras para la contienda electoral, sacando de las listas a los viejos candidatos que supongan un lastre para el partido. En segundo lugar, es importante identificar los territorios donde existe mayor desencanto hacia la gestión de López Obrador y desarrollar campañas que logren atraer a ese electorado. Por último, es necesario construir un discurso que convenza a los mexicanos, prestando especial atención a las verdaderas necesidades de la población y desarrollando propuestas que aborden las cuestiones clave del país, tales como la economía o la seguridad. Si la oposición comete el error de mostrarse fragmentada y dividida, y centra su estrategia únicamente en la crítica sin adoptar una actitud propositiva, corre el riesgo de perder la oportunidad de recomponerse. Se necesitan crear alianzas sólidas y responsables entre partidos opositores afines, para hacer frente a la crisis económica y a la ingobernabilidad derivada de los problemas de seguridad. Liderazgos y plataformas políticas que no se limiten a criticar la agenda presidencial, sino que impulsen nuevos proyectos. Por último, también se requiere que tanto los votantes desencantados como los partidos de la oposición hagan cálculos estratégicos que favorezcan las opciones más factibles para alcanzar el poder y no incrementen la fragmentación del bloque opositor.
Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7
Imagen: laopinion.de