El escudo social del crimen organizado

El escudo social del crimen organizado

julio 30, 2020 Desactivado Por La Opinión de

La crisis sanitaria ha afectado profundamente tanto a instituciones formales como informales. Al igual que los Estados han tenido que adaptarse al nuevo contexto, el crimen organizado también ha reaccionado a la pandemia y hasta ha sido capaz de encontrar en ella una oportunidad. En este sentido, las bandas se han acercado a las comunidades y han ejercido un papel de escudo social con los trabajadores de los carteles y sus familias. Ante la incapacidad del Estado para llegar a todos los lugares y satisfacer todas las necesidades derivadas de la pandemia, los cárteles han adoptado un rol filantrópico y han comenzado a entregar despensas en los diferentes estados de la república. Se han esforzado en que sus trabajadores atraviesen la crisis en las mejores condiciones dentro de lo posible, tratando de minimizar los efectos sobre sus economías.

Sin embargo, tras esta aparente caridad existe una lógica mucho más perversa. Por un lado, la protección de sus trabajadores por parte de los cárteles sirve para evitar que otros grupos traten de apropiarse de sus colaboradores. En segundo lugar, las ayudas brindadas sirven para consolidar las bases de apoyo y mejorar la imagen de los narcos en los distintos territorios. En un momento de carestía, incertidumbre y necesidad, es complicado rebatir las críticas a grupos que aun siendo criminales proporcionan ayudas que el Estado no siempre presta. Por último, la prestación de estas ayudas también actúa como un reclamo para el reclutamiento de nuevos miembros. No olvidemos que las organizaciones delictivas pueden actuar como redes de protección y oportunidades, por muy falsas o peligrosas que sean, de colectivos que se sienten olvidados.

Es complicado hablar de institucionalidad, imperio de la ley y calidad de la democracia en contextos de pobreza y desigualdad. Por ello, cada vez es más importante fortalecer los Estados de bienestar y las políticas sociales. Es difícil hablar de la defensa de los valores democráticos cuando se pasa hambre y no se suplen las necesidades materiales. Erradicar la inseguridad alimentaria, la informalidad laboral o garantizar los derechos sociales básicos es tan importante como velar por la transparencia y legalidad de los procesos electorales o la independencia de poderes. La democracia procedimental es insuficiente si no existe una democracia sustantiva y es complicado acabar con la proliferación de bandas criminales que ponen en jaque al Estado de Derecho si el Estado no crea redes de protección reales.

Entender esto es fundamental para evitar el auge de discursos potencialmente muy peligrosos. Cuando un ciudadano acepta una narcodespensa inconscientemente está contribuyendo a que organizaciones criminales ocupen el papel del Estado y legitima la actuación al margen de la ley. Pero, ¿cómo exigirle al que pasa necesidad que se responsabilice de la institucionalidad cuando el Estado no se ocupa de prestar un bienestar social mínimo? La libertad pasa irremediablemente por la independencia, incluyendo la económica. Por ello, garantizar trabajos dignos y emplear eficientemente el gasto público en políticas de bienestar, entre otras medidas, es uno de los primeros pasos en la lucha contra el crimen organizado. Sobre todo, cuando éste se erige como escudo social en momentos de crisis y necesidad. No todo es mano dura.

Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7


Imagen: Mudassar Iqbal / pixabay.com 

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