La “última dictadura” de Europa

La “última dictadura” de Europa

septiembre 3, 2020 Desactivado Por La Opinión de

Tal como ha ocurrido en muchos otros lugares a lo largo de la historia, con miles de personas saliendo a la calle para pedir la caída de un régimen o dictador, la sociedad bielorrusa ha tomado en los últimos días los espacios públicos demandando la salida de Lukashenko. El presidente, que lleva 26 años en el poder, se enfrenta a su tercera semana consecutiva de protestas, después de asegurar haber ganado las elecciones del pasado 9 de agosto con el 80% de los votos. La oposición y sus detractores, sin embargo, denuncian un flagrante fraude en los comicios.

Las protestas siguen la estela de otros movimientos de acción colectiva que se mostraron exitosos en el pasado, en países de la región. Por citar sólo algunos ejemplos, destacan la Revolución Cantada de los países bálticos (1987-1991), la Revolución del Terciopelo en Checoslovaquia (1989) o las más recientes Revoluciones de Colores (Yugoslavia, 2000; Georgia, 2003; Ucrania, 2004 y Kirguistán, 2005). Las primeras defendían la democracia y los Derechos Humanos en contraposición al sistema político de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), mientras que las segundas, acontecidas ya en espacios exsoviéticos, fueron llevadas a cabo contra líderes considerados autoritarios o contra fraudes electorales y otras formas de corrupción. Pese a las posibles diferencias contextuales, todas tienen un denominador común: la defensa de los valores democráticos y la oposición frente a elementos que distorsionan los derechos y libertades del sistema político.

Ahora le toca el turno a Bielorrusia, la cual no había experimentado movilizaciones de tal magnitud en el pasado. Más de 250,000 personas han participado en la llamada “Marcha por la libertad”, considerada la mayor de la historia del país. Además, las protestas se han extendido a todos los lugares del país, incluyendo pequeñas aldeas, y más de 7,000 personas han sido ya detenidas. Muchas de ellas han denunciado torturas, ha habido centenares de heridos y al menos dos muertos. Las principales industrias han ido a huelga y la represión policial parece no hacer mella en los manifestantes, que siguen tomando las calles, pidiendo la salida de Lukashenko.

Para explicar el origen de esta crispación, es necesario entender la historia reciente de Bielorrusia y conocer brevemente el perfil de su líder. Lukashenko, quien ha ejercido un gobierno autocrático durante casi tres décadas, ha sido el único líder del país desde que éste se declarara independiente. Miembro del Partido Comunista, fue el único que votó en contra de la disolución de la URSS y, pese a que el comunismo cayó, mantuvo muchas de las estructuras soviéticas. Durante su gobierno, el país nunca logró despegar económicamente y la oposición ha sido duramente reprimida.

Pese a que en las últimas décadas los bielorrusos han salido repetidamente a las calles para protestar frente al Gobierno, lo que esta vez marca la diferencia es el liderazgo simbólico de la oposición. Cuando dos de los candidatos más populares fueron encarcelados y un tercero tuvo que huir del país, tres mujeres cercanas a ellos decidieron sumarse a la contienda electoral. Recorrieron Bielorrusia consiguiendo el apoyo de miles de ciudadanos frustrados por la falta de cambio político y, tras las denuncias de fraude electoral, lograron captar la atención de la esfera internacional y de los propios trabajadores de los medios de comunicación estatales, quienes se declararon en huelga y se comprometieron a informar sobre “la verdad”.

Los bielorrusos están en la calle y todos los grupos poblacionales están representados en las protestas: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, obrero y profesionales liberales. Lukashenko, quien ya ha pedido ayuda a Rusia para reprimir las protestas, cada vez se ve más acorralado y se ha negado a aceptar las propuestas de mediación de países como Lituania, Letonia, Estonia o Polonia. Asimismo, ha manifestado que no permitirá la entrega del país “ni muerto”. Mientras tanto, las protestas siguen esperando un desenlace. Esperemos que triunfe la democracia y, sobre todo, que está no llegue acompañada de derramamiento de sangre.

Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7


Imagen: Okras / commons.wikimedia.org

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