El día después de la pandemia: futuro e incertidumbre

El día después de la pandemia: futuro e incertidumbre

noviembre 29, 2020 Desactivado Por La Opinión de

¿Cómo será el mundo postpandémico? ¿En qué condiciones se ingresará a la publicitada “nueva normalidad”? ¿De qué manera impactará la pandemia al conjunto de la vida social? ¿La vacuna –entronizada corporativa y oficialmente como la única solución– será el elixir ante la crisis epidemiológica global? Son algunas de las preguntas que cabe ventilar a la luz de la construcción de escenarios futuros en condiciones de creciente incertidumbre.

En principio, si la pandemia del COVID-19 es parte o se entrelaza con una crisis sistémica y ecosocietal (https://bit.ly/3l9rJfX) de amplias magnitudes que –en tanto hecho social total (https://bit.ly/3hNPYOg)– cimbra las estructuras, instituciones, hábitos y prácticas de la sociedad contemporánea, la realidad que emerja de ella no será igual al día anterior en que se identificó el primer caso de ese padecimiento en el mundo (17 de noviembre de 2019), ni mucho menos lo será a los días de marzo previos a la imposición del confinamiento global.

Las significaciones de la gran reclusión estriban en que se configuró como un macrofenómeno de alcances globales que no dejó indiferente a ningún habitante del planeta tierra y que éste se conformó –una vez más– como una totalidad sistémica, articulada y a la vez diferenciada, en la cual la vida de los habitantes –cualquiera sea su condición socioeconómica o cultural– se encuentra sincronizada. La pandemia nos hizo recordar la cercanía y entreveramiento de los problemas públicos suscitados a miles de kilómetros de distancia, y que éstos tienden a irradiarse conforme se intensifican los procesos de globalización y conforme las relaciones sociales incrementan su densidad transterritorial. Por supuesto, el otro pilar de las significaciones de la pandemia lo representa el hecho constatable de que no a todos afectan por igual las múltiples crisis que se entreveran con la masificación del COVID-19, y que son los ciudadanos de a píe los principales náufragos (https://bit.ly/2Oed1W7) del maremágnum pandémico. Que la estratificación social con la pandemia se exacerbó y muestra su rostro más calamitoso y que esta crisis epidemiológica global arrojó en la cara de la humanidad entera el látigo de las desigualdades extremas.

A las clases sociales de antaño, se sumaron dos nuevas escalas de la estratificación social: la clase trabajadora que tiene las posibilidades de laborar desde casa (home office) y el resto de la clase trabajadora (migrantes indocumentados, empleados dedicados al hacer y mover cosas, comerciantes y empleados en situación de informalidad, repartidores de mercancías y alimentos, etc.) que no tiene la posibilidad real y material de resguardarse del Coronavirus SARS-CoV-2. La grieta y la brecha de la desigualdad no sólo se ampliaron con la pandemia, sino que ésta potenciará la exclusión social, la vulnerabilidad y los riesgos. Esos fenómenos ya están aquí desde hace meses y no necesitamos llegar al fin de la crisis sanitaria para que se manifiesten a flor de piel.

El hiperdesempleo acelerado con la pandemia y el confinamiento global –hacia finales de septiembre se registraron 150 millones de puestos de trabajo perdidos en América Latina (https://bit.ly/2Ji8F1t)– no sólo ampliará la brecha de la desigualdad, sino que modificará radicalmente el paisaje de las sociedades al ampliarse el foso entre quienes tienen derecho a ser explotados en el campo laboral y quienes son excluidos del mismo. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) prevé la pérdida de 590 millones de empleos en todo el mundo durante el segundo semestre del 2020; lo que se adiciona a los 495 millones de puestos de trabajo a tiempo completo perdidos a lo largo del primer semestre. Por tanto, alrededor de 1085 millones de desempleados se acumularán a lo largo del presente año (https://bit.ly/3fMKhAW).

A raíz de ello, el primer escenario futuro que se plantea para el día después de la pandemia es el de una sociedad depauperada ante la erosión y pérdida del ingreso familiar, así como un avasallamiento sistemático de las clases medias. Lo cual abriría paso a una mayor globalización de la pobreza y a la emergencia de fenómenos como las hambrunas, con efectos letales en el mundo subdesarrollado.

El día después de la pandemia no llegará con la vacuna, pues como hecho social total no se limita a lo estrictamente sanitario. Sus implicaciones profundas son no sólo epidemiológicas, sino también geopolíticas, geoeconómicas, laborales, ambientales, educativas, mediáticas, entre otras, que se inscriben en el escenario dado por las cruentas disputas entre las facciones de las élites plutocráticas que se condensaron en la elección presidencial de los Estados Unidos y en el declive de la hegemonía norteamericana (https://bit.ly/2JZtWwP). La exposición de las sociedades humanas a las epidemias no cesará con la ansiada vacuna, sino que éstas –conforme se intensifiquen la contradicción proceso económico/naturaleza, tenderán a ser recurrentes, frecuentes y más agresivas con el organismo humano. Mientras no cambie radicalmente el patrón de producción y consumo, la exposición de las sociedades humanas respecto a virus zoónicos, el látigo de las epidemias no perderá fuerza.

La sociedad postpandémica será una preñada por la mayor incidencia de la incertidumbre en la vida de las sociedades humanas. Ni los individuos, ni los Estados tendrán control pleno sobre los aspectos más inmediatos que les atañen, ni sobre su cotidianidad. De ahí que el ámbito de la toma de decisiones también se modificará sustancialmente (https://bit.ly/2Emzkr7) y estará mayor expuesto a la volatilidad y a la imprevisibilidad; especialmente en aquellas sociedades laceradas por el subdesarrollo, la dependencia y la exclusión social. Con la emergencia del Estado sanitizante inoculado de la ideología del higienismo, adquiere relevancia el tema de los cuidados y de la salud, pero al cambiar el conjunto de la vida social y la naturaleza de los problemas públicos, cambiará también la forma de tomar las decisiones. Ello comienza a perfilarse con un Estado más intrusivo en la vida de los ciudadanos a través del despliegue de dispositivos incisivos de control del cuerpo, la mente, la conciencia y la intimidad de esos ciudadanos invadidos por el miedo o por la indiferencia. Este Estado hobbesiano pretenderá restablecer su legitimidad erosionada desde hace cinco décadas, y los efectos de esa nueva ideología del higienismo se sentirán a lo largo de varios años más.

El día después de la pandemia evidenciará si la gran reclusión fue útil para que las sociedades emprendiesen cambios provechosos en sus formas de organización social, o si sólo fue un paréntesis que dejará intacto el statu quo y sus principales contradicciones. La misma vida de los ciudadanos de a píe o se modifica a raíz de la serie de rupturas históricas condensadas a lo largo del 2020, o será una de nueva cuenta una vida anquilosada en el individualismo hedonista y en el social-conformismo. Ello estará en función de la relevancia que para cada sociedad asuma la espiritualidad (https://bit.ly/2JlVdJC), la cultura política y el ejercicio del pensamiento utópico. Sin esas mínimas herramientas, la peor de las condenas será que todo siga igual en cuanto a las condiciones de vida y bienestar, y que los dispositivos sistemáticos de avasallamiento de la clase trabajadora se impongan sin reparo y sin resistencia creativa. Sólo la imaginación creadora y la capacidad para proyectar el futuro contribuirán a remontar la lápida que se cierne con la pandemia y con sus múltiples implicaciones estructurales, sistémicas, coyunturales, cotidianas y familiares.

En suma, el día después de la pandemia no será el mismo al que se vivió a lo largo del año 2019 –o antes–, ni se recuperará la normalidad de esa época; mucho menos se instaurará sin contradicciones y aspavientos una “nueva normalidad” como regularmente se perfila mediáticamente. El mundo postpandémico será el mundo del vértigo de la incertidumbre y del entrelazamiento de recurrentes crisis en múltiples esferas de la vida social. Escapar de ello impone la urgencia de pensar en tiempo real (https://bit.ly/2JhiA7v), de desentrañar el carácter inédito de esta pandemia (https://bit.ly/36izA5Y) y de desplegar nuevas formas de organizar a la sociedad para modificar las estructuras de poder, dominación y riqueza que hasta la fecha se despliegan. 

Isaac Enríquez Pérez
Twitter: @isaacepunam
Académico en la Universidad Nacional Autónoma de México


Imagen: Gerd Altmann / pixabay.com

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