Sobre monumentos al ego y berrinches de ratificación
enero 7, 2022Iniciamos, hace cuestión de días, un nuevo año; desde este espacio editorial, primero que nada, le deseamos prosperidad, éxitos y bendiciones para este 2022, en el que sin duda alguna esperamos vengan cosas mejores para el país.
Ahora bien, entrando a esta edición de inicio del año, quisiera comentar dos temas que sin duda nos dan en que pensar del estilo de gobernar de la 4T, el primero realmente es un tema fugaz que, aunque nos recuerda lo efímero del ego político, también es muestra del hartazgo, desencanto del pueblo mexicano o cierto sector del mismo por el gobierno.
Esto es, seguramente vio esto en las redes sociales, la estatua que se erigió en Atlacomulco del presidente López Obrador, misma que en cuestión no mayor a dos días fue vandalizada y destruida. Algo bastante bizarro pues se construye en un bastión del PRI, en especial de la élite que gobernó en el sexenio pasado.
Ya derrumbada, la imagen que nos remonta a aquellos monumentos destruidos de dictadores como Stalin, Gadafi o Hussein. También respalda mis argumentos expuestos en el artículo hecho en este espacio, sobre el preocupante culto a la personalidad en torno a la actual figura presidencial, a la que ya se le ven signos de santidad, según Solalinde, incluso se equipara al legado de Gandhi, Jesucristo y hasta Nelson Mandela.
El segundo punto es el que seguramente se hablará en todos lados, incluyendo éste, que es el ejercicio de “revocación de mandato” que exige el presidente no por una cuestión democrática, ni siquiera de rendición de cuentas; sino para que mediante argucias discursivas, él en su mente, ratifique que el “pueblo bueno” todavía lo quiere, lo apapacha, le dan esas garnachas que tanto degusta, que es bien recibido con esas guayaberas tan de la era de Luis Echeverría, pero que en vez de pedradas son mentadas de madre en los vuelos comerciales.
Hasta este punto, seguramente por el revés de la Suprema Corte, el ejercicio se tendrá que realizar próximamente en marzo, pero puntualicemos la gran farsa que será todo esto, ya que, si hipotéticamente la gente participa convencida del impacto legal-institucional, viendo un efecto real como una pérdida parcial o total del poder presidencial. Este escenario nos llevaría a una nueva narrativa desde el Palacio Nacional en la que difícilmente aceptaría irse, contrario a los dichos mañaneros, pues si algo hemos comprobado en los últimos tres años es que nada le sale bien a don Andrés y que todo lo que toca sus políticas manos es corrompido, además de destruido.
Gildardo Ledesma
Twitter: @gledesmaa24
Imagen: Internet