Del derecho a decidir
noviembre 13, 2018Las últimas dos semanas han sido una época de realidades. De realidades prácticas. Para muchos, han sido el momento de despertar de un sueño y para otros han sido la confirmación de miedos y sospechas. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que a pesar de no haber tomado posesión, ya está buscando cumplir con sus promesas, llevó a cabo un supuesto ejercicio de democracia directa. Escribo de este tema hoy porque, con la protesta que se llevó a cabo ayer, se cierra un ciclo. Y la conclusión es sombría.
Sí, es evidente que me refiero a la consulta sobre la construcción de un nuevo aeropuerto para la capital del país; pero no, en realidad no es de lo que quiero hablar. Quiero hablar de lo que las últimas dos semanas implican para este país, en términos de estado de derecho y de desarrollo democrático. Y lo que implican es un retroceso.
La consulta popular es una realidad, tanto en México cuanto en el extranjero. Los ejercicios de democracia directa existen; sin embargo, éstos comparten una serie de características. Incluso los plebiscitos llevados a cabo por Hugo Chávez y Rafael Correa comparten esas características. Y a lo que me refiero, más allá de posibles vicios estadísticos y fraudes electorales, es a que están dentro del marco que establece la ley. La consulta del aeropuerto no lo está.
Como la consulta está fuera de la ley, no puede usarse para justificar la toma de decisiones. Al contrario, muestra que hay una agenda clara por parte del gobierno electo y que esa agenda no será detenida o modificada para encajar con nuestro marco constitucional y legal. Muestra que el estado de derecho y el proceso democrático solo son funcionales cuando está alineado con dicha agenda.
Si no están alineadas, leyes y preceptos se convierten en instituciones vacías, inútiles. En el deber ser, el ideal es que toda agenda política se alinee al estado de derecho y al proceso democrático. La mayor ironía es que el partido organizador de dicho sondeo, debido a sus mayorías legislativas, pudo hacer las modificaciones al marco legal que les parecieran convenientes para llevar a cabo su ejercicio. Pero la prisa pudo más que el respeto por la ley.
¿Por qué es importante este tema? Porque el ejercicio de hace dos semanas no será el único. Ya hay variedad de temas que serán sometidos a consultas y todo indica que el proceso y método serán los mismos. Por el momento, se limita a proyectos de inversión pública en infraestructura, pero al no haber respeto por la ley, es imposible saber donde marcará un límite la administración entrante. Y por lo que se ha dicho al respecto, ese límite no incluirá temas como inter alia la reelección presidencial, el reconocimiento de derechos controversiales o la desaparición de instituciones autónomas.
Es a la luz de esto que la protesta de ayer –la “marcha fifí”– cobra su importancia. Sí, no dudo que algunos de sus asistentes fueron para protestar únicamente por la cancelación de un aeropuerto. Sí, tampoco dudo que algunos de sus asistentes están desensibilizados a otros temas prioritarios de la agenda pública, como la rampante inseguridad. Pero no todos. De hecho, el gran mérito de dicha protesta es haber movilizado a sectores que tradicionalmente no se movilizan. Mayor participación social es una de las cosas que necesita este país.
Y el mensaje fue claro: un rechazo a la posibilidad de que el gobierno tome decisiones, o justifique tomarlas, mediante mecanismos que están fuera de la ley. Yo no marché, pero creo que la sociedad sí debe dejar claro que si algo se va a hacer, se haga conforme a la ley. Y no, yo no creo que en este país todas las leyes sean siempre respetadas. México es un país en el que lamentablemente el estado de derecho es muy débil. Pero que se viole la ley de forma tan evidente, por parte de aquellos que están por jurar guardarla y hacerla guardar, ya es un exceso.