¿Del lado de quién estamos?
mayo 29, 2019El circo: el 26 de mayo presuntos autodefensas del municipio de La Huacana, en Michoacán, difundieron en redes sociales, cómo sometieron, humillaron y vejaron a elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), exigiéndoles la liberación de dos personas que fueron detenidas y la liberación de un arsenal. Como ocurre cada vez con más frecuencia, el video rápidamente se hizo viral y llegó a algunas primeras planas.
La maroma: en su conferencia mañanera, el Presidente trató de volver la nota a su favor, indicando que el video muestra que ahora (es decir, en tiempos de la 4T), el Ejército respeta a los ciudadanos y está para servirlos, lo que ha molestado sobremanera a muchos efectivos de la Sedena, que incluso se han manifestado al respecto en redes sociales y con justa razón, si la Presidencia no respalda al Ejército, ¿a quién le hace el favor?
La política: el Presidente, como en muchos otros aspectos, llegó a ocupar el cargo sin un plan, sin un proyecto claro, y su discurso constante, simplista y ramplón, de que todo es culpa de la corrupción y la desigualdad, se pone en evidencia a cada paso. En el tema de seguridad pública, durante la campaña lo escuchamos dar bandazos, utilizando términos que no domina y que seguramente tomó de aquí y allá al azar: “reconstruir el tejido social”, “dar atención a los jóvenes”, “la violencia no se soluciona con violencia” y un largo etcétera de inconexos, son lo que sustentan su “proyecto” de seguridad pública.
Indudablemente, en estos primeros meses de su gobierno ha visto como aumenta la violencia, como los indicadores de crímenes de alto impacto se disparan, como la nota roja acapara los diarios, aunque públicamente se haya atrevido a sostener que él “tiene otros datos”.
Esto ha llevado al Presidente a retomar la estrategia desarrollada en la administración anterior, crear un cuerpo de élite (con Peña la Gendarmería, hoy la Guardia Nacional), que actúe en conjunto con otras autoridades (el Ejército, Fuerza Aérea y Marina Armada, la Policía Federal y la Fiscalía General de la República), con la diferencia de que hoy entra en vigor la Ley de la Guardia Nacional, que EPN no pudo concretar (en ese caso, el proyecto de Ley de Seguridad Interior).
El equilibrio que se requiere, es en realidad un círculo virtuoso: si queremos autoridades fuertes y bajos niveles delictivos, el Gobierno debe fortalecer y apoyar a policías y militares; si lo que queremos es dotar de herramientas a la impunidad, entonces hay que fiscalizar a cada paso y en todos los aspectos a los agentes de la autoridad, fortaleciendo a la delincuencia.
En nada abona, para combatir a la delincuencia, el aplaudir y justificar que ciudadanos no solo tomen la justicia en sus propias manos, sino que humillen y exhiban a los responsables de nuestra seguridad interior, y mucho menos, hacerlo en beneficio de grupos de auto defensas, cuando se supone que “ahora sí” se están haciendo bien las cosas.