La guerra (o el “negocio”) de las vacunas contra la COVID-19
enero 28, 2021 Desactivado Por La Opinión deEl mundo esperaba la llegada de 2021 con expectación. El rápido desarrollo de las vacunas y el anuncio de que estarían listas para el nuevo año abrió una ventana de esperanza a un mundo desbordado por la pandemia de la COVID-19. Pese a que se sabía que el proceso de vacunación iba a ser largo y complejo, la llegada de las primeras dosis ha venido acompañada de sorpresas desagradables en algunos rincones del mundo.
Este es el caso de Europa, donde la Comisión ha iniciado una batalla contra las farmacéuticas, ante los retrasos y el recorte de las dosis prometidas. Así, compañías como AstraZeneca ya han anunciado una reducción del 60% en las entregas de su vacuna durante el primer trimestre. Esto se traduce en que la Unión Europea dejará de recibir los 80 millones de dosis acordadas y únicamente recepcionará 31 millones. En el caso de Pfizer, ya se ha anunciado un suministro un 20% menor de lo acordado.
La Comisión Europea ha reaccionado con rapidez y ya se ha puesto en comunicación con las farmacéuticas, a quienes ha recordado que deben cumplir con el número de dosis y los plazos acordados por contrato. Además, ha subrayado que la Unión Europea pagó una importante suma por adelantado para garantizar el suministro y que, por tanto, ahora las farmacéuticas tienen que cumplir. Las razones de esta demora pueden ser múltiples. Por un lado, la logística es complicada. Por otro, puede haber fallos organizativos o incluso negligencia.
Sin embargo, las sospechas de la Unión Europea apuntan a que los laboratorios encargados de producir las dosis han desviado millones de las vacunas destinadas a Europa a terceros países dispuestos a pagar un precio mayor al acordado. El comité de coordinación de vacunas de la Unión Europea, con representantes de los veintisiete países miembros y de las compañías farmacéuticas, ya se han reunido de urgencia.
Tras el encuentro, la comisaria de sanidad, Stella Kiriakides, compareció para anunciar que los planes de AstraZeneca son inaceptables y ha exigido mecanismos de transparencia sobre la distribución de las vacunas. Entre ellos, destaca la exigencia de una notificación anticipada por parte de la farmacéutica siempre que desee exportar la vacuna a terceros países.
Las consecuencias del retraso en el acceso de Europa a las vacunas no se sentirán únicamente dentro de las fronteras del viejo continente. Los países en desarrollo también verán como el proceso de entrega de la vacuna se alarga, prolongando la duración de la pandemia y los daños humanos y materiales derivados de ella. Por tanto, el mundo se enfrenta a un agravamiento de la situación en términos de salud pública.
La historia no se repite, pero rima. Y el actual enfrentamiento entre la Unión Europea y las farmacéuticas nos recuerdan que las enfermedades a espera de cura son un inmenso negocio para las corporaciones farmacéuticas. En un momento de inmensa crisis sanitaria, económica y social, parece primar la batalla de los mercados a la salud pública. Y es que, al igual que debemos respetar el libre mercado, también debemos ser totalmente intransigentes con el fraude o la especulación. Por tanto, es de vital importancia que las instituciones europeas activen todos los mecanismos posibles para frenar el atropello cometido por las farmacéuticas.
El Estado debe ser garante de la salud pública y, en estas circunstancias, esta responsabilidad exige asegurar el cumplimiento de los contratos con las farmacéuticas. El desenlace de la pandemia no puede recaer en el mercado, por mucho que esas industrias hayan desarrollado la vacuna. Quizás si cada una de las partes implicadas asumieran el lugar que ocupan en la ecuación y las consecuencias derivadas de sus actos, se evitarían muchos excesos.
Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7
Imagen: torstensimon / pixabay.com