Un 8 de marzo atípico

Un 8 de marzo atípico

marzo 11, 2021 Desactivado Por La Opinión de

El pasado 8 de marzo el mundo volvió a recordar que aún quedan asignaturas pendientes en términos de igualdad de género. En una efeméride atípica, salpicada por la pandemia y las restricciones que a ella están aparejadas, cada quien reivindicó la causa feminista a su manera. Algunas mujeres salieron a la calle, otras se quedaron en casa, algunas reivindicaron su causa a través de las redes sociales y otras lo hicieron continuando con su día a día. También hubo hombres que se unieron a esta jornada, solidarizándose con los mensajes de sus compañeras. En definitiva, a lo largo y ancho del mundo, cada quien lo hizo como pudo y contribuyó a visibilizar diferentes batallas. Algunas titánicas, como la brecha salarial, la falta de igualdad de oportunidades o la violencia perpetrada contra las mujeres. Otras más pequeñas, como la pervivencia de algunos tópicos o estigmas, pero no por ello menos molestas.

En el caso de México, la jornada estuvo marcada por la tensión entre el movimiento feminista y el gobierno. Como si en los últimos años no hubiéramos tenido suficiente con el muro levantado en la frontera con los Estados Unidos, a López Obrador le pareció una buena idea alzar una pared de tres metros de altura frente al Palacio Nacional. Algunos miembros del gobierno se refirieron a él como “muro de la paz”. El presidente justificó el muro diciendo que era una protección para evitar provocaciones, infiltraciones y ataques al edificio, que sirve de despacho y casa presidencial. Desde el movimiento feminista, el muro es un obstáculo al derecho de protesta. La pared se llenó de mensajes y no faltaron las voces que dijeron que, por muchos muros que se levanten, no existe manera de callar los reclamos de las mujeres.

Sin embargo, mientras se discutía sobre la idoneidad o no del muro, se dejaba de hablar de lo realmente urgente e importante: la denuncia sobre el incremento en el número de feminicidios y violencia de género. Así, el año pasado cerró con 3,723 muertes violentas de mujeres, quedando muchos de estos delitos impunes. Las respuestas gubernamentales son insuficientes, incrementando la indignación y dando lugar a nuevas formas de exigencia que se alejan de la política tradicional. Cada vez son más las voces que reclaman un nuevo pacto social en el que se reconozca la titularidad de derechos para las mujeres y cambie el estado de las cosas.

La jornada del 8 de marzo terminó con un fuerte debate en torno a la postura del presidente respecto de la causa feminista y con enfrentamientos entre la policía y las manifestantes. Toda una ocasión perdida para aprovechar una jornada que, además de servirnos para recordar, debe impulsarnos a mejorar. Ante la magnitud de la violencia contra las mujeres, el debate no debe quedarse en una discusión estéril y superficial sobre si el presidente es o no machista, ni en dejar que el muro actúe como cortina de humo para no abordar los problemas de fondo. Cada día, y no sólo el 8 de marzo, debe exigirse responsabilidad a las autoridades. No podemos olvidarnos de las miles de mujeres desaparecidas, violadas o asesinadas. Y la mejor manera de no olvidarlas es reivindicar la lucha contra la impunidad de la violencia, exigir la garantía de sus derechos, apostar por políticas de educación y prevención, y poner los recursos del Estado a disposición de las víctimas de cualquier tipo de violencia.

El 8 de marzo y la protección contra la violencia de género, al igual que cualquier otro tipo de violencia, debe trascender ideologías, partidos o siglas. Debe calar en nuestras conciencias para grabarse a fuego en ellas. Da igual quien gobierne, la coyuntura en la que nos encontremos o el valor del peso en el mercado de divisas. Pero para hacer que la lucha sea lo más efectiva posible, centremos los debates, no nos perdamos en discusiones estériles y ordenemos nuestras demandas. Pidamos cada día al Estado que cumpla con sus obligaciones y seamos coherentes con nuestra conducta. Apostemos por la educación y abramos nuevos espacios libres de violencia y discriminación.

Particularmente, me da igual lo que opine Manuel López Obrador a nivel personal sobre la situación de la mujer, pero considero que hemos de ser implacables con sus actuaciones como jefe del Ejecutivo. El debate en redes sociales sobre las declaraciones del presidente puede dar mucho juego, pero no van a cambiar nada. Por tanto, presionemos a las instituciones, reclamemos mecanismos de control, apoyemos a las fuerzas políticas que impulsan medidas concretas para mejorar la situación de las mujeres… Todo lo demás, por desgracia, es mucho ruido y pocas nueces.

Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7


Imagen: Alberto H. Fabregas / pixabay.com 

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