El país de un solo hombre
abril 30, 2021Algo muy común dentro del ámbito político es el discurso, incluso hay quiénes se dedican profesionalmente a elaborarlos o analizarlos; si lo tomamos desde el punto de la retórica, éste se vuelve una gran herramienta persuasiva. Si a ello le añadimos ideas que suenan o resuenan en el colectivo social, que tiene como antecedente unas instituciones públicas dañadas profundamente por la corrupción y la ineficiencia gubernamental del pasado.
El hecho de que llegue alguien al poder, que rompa con lo anterior, se vuelve atractivo, se vota por él a manera de castigo y hartazgo de los partidos que gobernaron, sumado a la legitimidad que ningún presidente antes tuvo en la historia, genera una alta expectativa que se ha convertido en decepción ante los matices autocráticos-autoritarios que ha ido tomando el presidente Andrés Manuel López Obrador.
De ellos el más reciente es el tema que seguirá dando de qué hablar, con respecto al Poder Judicial, con la extensión del mandato de uno de sus ministros, cercano por cierto al presidente.
A pesar de que el presidente mantiene un discurso de cambio, de que son diferentes al mentado “régimen neoliberal” o “conservador”, los datos duros que se han arrojado en al menos los primeros 2 años de gobierno de Morena contrastan la realidad del discurso optimista, de cambio, donde el eje central es el pueblo o el “primero los pobres”, con los datos duros en los que se evidencia un aumento de la pobreza, desigualdad social, crisis económica, inseguridad, violencia, opacidad por no decir falta de transparencia. Incluyendo la crisis a superar por la pandemia pese a que es un reto a nivel mundial, el cómo superarla depende mucho de la fortaleza de las instituciones gubernamentales además de la misma economía.
No obstante, nuestro gran obstáculo es romper con el pasado histórico, reconciliarlo, olvidarnos del discurso de odio, o del ¿y tú dónde estabas cuándo? O simplemente reconocer que a pesar de que nuestra democracia no es sólida ni plena, se han tenido avances importantes, que como ciudadanos tendríamos que valorar por encima del capricho unipersonalista que raya casi en esa izquierda revolucionaria que sabe que tomar el poder es por una vía realmente violenta, que busca atentar lejos del “acabar con las clases medias” más bien con todo concepto referido a la movilidad social, entendido esto como la posibilidad de aspirar a mejores condiciones de vida a través del estudio y del trabajo.
Gildardo Ledesma
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Imagen: BedexpStock / pixabay.com