No murió, ¡volvió a parir!
septiembre 10, 2018Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la “cuarta transformación” han sorprendido a propios y extraños. El acuerdo Morena-Velasco es un ejemplo de que el sistema político mexicano está por encima de cualquier ideal. Por ello, trataré de explicar, con algunas premisas de la ciencia política, porqué el Presidente electo está rompiendo miles de corazoncitos a pocas semanas de tomar posesión.
Nicolás Maquiavelo fue preciso en observar, sin idealismo moral o religioso, que la política es la guerra y el hombre hará todo por ganarla; es el arte de aspirar, acceder y mantenerse en el poder a costa de lo que sea.
El politólogo Robert Michels formula la “ley de hierro de la oligarquía”: todo partido político o gobierno, por más defensor de la democracia que sea, será dirigido por una minoría, porque “las masas son apáticas, ineptas para resolver sus propios problemas; son agradecidas con el líder y tienden al culto a la personalidad”.
En el México del siglo XX, dimos vida a esa minoría llamándola “El dinosaurio”. Éste encarnaba las prácticas más divertidas de la política mexicana: acuerdos en lo oscurito, censura, abuso de poder, mayoría absoluta en el Congreso, súper-presidencialismo, etc., y que ahora, débil y malherido, la gente dice que está muerto.
Hoy, son tiempos de alternancia y esperanza para el pueblo mexicano. Si bien el discurso, las intenciones y el programa del próximo gobierno son lo que muchos esperan, también es cierto que el nuevo grupo en el poder no puede escapar a estas premisas.
Esta minoría ya aspiró, ya accedió y mantendrá su poder a costa de lo que sea. Esto no es bueno ni malo, pero es lo que hay. El dinosaurio no está muerto; cambió de color y parió un nuevo bebé que llena de esperanza al parque jurásico.
¡Por México, todo el éxito del mundo a los que salen y a los que entran!