La democracia de Solón

La democracia de Solón

septiembre 27, 2018 Desactivado Por La Opinión de

Sergio Arellano Ramos

Uno de mis autores favoritos es el abogado Gerardo Laveaga, el cual escribió un título denominado: Hombres de Gobierno. Lo que se analiza es la veracidad de las democracias y su finalidad. Concuerdo con la percepción de que esta forma de gobierno no resuelve los problemas de un pueblo, tales como la desigualdad, el hambre, la injusticia; simplemente es parte de una simpatía entre una entidad política y un sector de la sociedad.

Solón, gran filósofo y politólogo griego, reflexionó sobre la diferencia radical entre pobres y ricos. Observaba la creciente inequidad y optó por incentivar una rebelión en contra del régimen. Al llegar al Poder, formó pequeños consejos por zonas para escuchar a los ciudadanos y abandonó el uso constante de las leyes penales. El habitante no debe sentirse atemorizado y amedrentado, la finalidad última es conformar un Estado con voz y decisión.

Solón implementó dentro de su administración una estructura orgánica muy peculiar de acuerdo a los ingresos. Los que producían grandes cosechas ocupaban las primeras magistraturas; quienes producían menos (caballeros) desempeñarían los segundos niveles, y en el último escalafón (los que no poseían propiedades) se les permitía el acceso a las asambleas y tribunales para opinar. Si nos ponemos a pensar, lo anterior sigue en pie. La gente influyente y con recursos económicos ocupa los primeros lugares de dirección burocrática; la clase media administra, y los menos favorecidos solo tienen la capacidad de asentir o disentir con lo que se planea emprender.

Hoy en día, ¿qué tan atractivo resulta este sistema? Muchas veces el electorado se ve identificado con una postura ideológica al momento del sufragio, sin embargo, cuándo la rivalidad entre las candidaturas versa sobre temas similares y no postulan nada novedoso, provoca que el interés del votante sea nulo; la consecuencia es que dejan de votar. Eso daña la participación popular.

En México debe existir pluralidad de posturas, corrientes y opiniones de gobernanza a efecto de que exista una verdadera competitividad electoral en las urnas. Con base en lo expuesto, Solón sigue vigente como el padre de la democracia contemporánea.

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