Reunión con el Presidente electo
octubre 3, 2018Sergio Arellano Ramos
El pasado viernes 28 de septiembre, tuve la oportunidad de reunirme en el Palacio de Gobierno del Estado de Querétaro con el próximo Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Aprovechando la ocasión y gracias a la gestión del Gobernador, Francisco Domínguez Servién, platiqué brevemente con el futuro mandatario sobre los impulsores del nacionalismo mexicano: Lázaro Cárdenas y Benito Juárez.
Le entregué una serie de escritos de mi autoría, mismos que contienen una secuencia de hechos importantes para el acervo cultural de la nación. En su momento, dichas publicaciones fueron coordinadas por Emilio Rabasa y Diego Valadés; por demás expertos en derecho constitucional. Me sorprende que, en la mayoría de sus eventos, monta la imagen del General Cárdenas, del Benemérito de las Américas y del antirreeleccionista Francisco I. Madero. Es de conocimiento general que el Licenciado López Obrador busca que la historia lo compare con estos tres magnates de la democracia; constructores de un legado social y político que es muy difícil de encarnar.
Las instituciones deben desarraigar de su esencia la corrupción, la inequidad de salarios, la prepotencia de los servidores públicos, la ignorancia de los empleados gubernamentales, la insensibilidad por las carencias del pueblo y optar, en ese caso, por un extremo compromiso por edificar el sendero correcto para este país. Le externé que los connacionales depositaron en su persona la esperanza de un cambio verdadero; deseando que pueda tomar las mejores decisiones en pro del bienestar común, sin llegar a los extremos ni a las propuestas inconclusas.
El efecto provocado por Morena en estas elecciones, invita a un replanteamiento de objetivos; se debe imponer la visión de un estado sólido, con presencia internacional, apegado a ley y con estándares competitivos en materia económica para fortalecer el mercado interno. Lo expresado en las urnas, no puede cambiarse. Nuestra voluntad de sumar, independientemente de nuestras corrientes de pensamiento, refleja la madurez de una sociedad.