Jóvenes construyendo el futuro, ¿viable o buenas intenciones?
febrero 8, 2019Quiero comenzar mi primer artículo, en este medio, hablando sobre un programa que podría ser muy bueno para nosotros los jóvenes, siempre y cuando se utilice para beneficio personal y familiar; y no por no tenerle buena fe a nuestra generación, sino porque muchas ocasiones las políticas públicas, que se implementan en nuestro país, no tienen un seguimiento y evaluación.
Muchas de las políticas, leyes y programas para la juventud (en México) están diseñadas desde una mirada “adulto-centrista” (termino foucaulteano), donde se generan las políticas de los jóvenes desde la lógica del adulto, siendo las y los adolescentes-jóvenes vistos como sujetos con menos madurez (o falta de conocimiento), responsabilidad o seriedad (en un sentido moral); porque a la juventud se le ve como una etapa de transición a la vida adulta y no somos tomados en cuenta en el diseño, implementación y evaluación de las acciones de gobierno, orientadas a nuestra atención.
En el 2013 se publicó un estudio generado por Políticas y Programas para el Desarrollo de la Juventud, preparado para el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve); el cual reveló que de 106 programas de intervenciones federales relevantes para jóvenes, sólo 17 funcionaban con lineamientos claros; se observó que seis de cada 10 de las intervenciones analizadas no contaban con evaluaciones (56.6%). En el 2015, el director general del Imjuve reconoció que era “difícil” que con el presupuesto asignado de 345 millones de pesos se beneficiara, como era su meta, a 38.3 millones de jóvenes, dado a que a cada uno le tocarían “menos de 10 pesos”.
En el presupuesto de 2018 el subsidio a programas para jóvenes fue de 36.81 millones de pesos; en diciembre del mismo año, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, presentó ante el Congreso de la Unión el Proyecto de “Presupuesto de Egresos de la Federación 2019”, dentro de los gastos de programas de la Secretaría de Bienestar, el subsidio a programas para jóvenes desapareció.
El 1 de enero de este año, el nuevo gobierno puso en marcha el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF), una de las dos grandes iniciativas de la Cuarta Transformación en materia social, en el cual participan 39,000 empresas que pueden ofrecer un aproximado de 300,000 empleos.
En Hidalgo, con el fin de hacer más fácil la inserción laboral, en agosto del 2017, el Gobernador de Estado, Omar Fayad, puso en marcha el programa “Mi primer empleo, mi primer salario”; con el cual los jóvenes hidalguenses, egresados de instituciones de educación superior públicas y privadas, han sido beneficiados de una beca de 4 mil pesos mensuales durante 6 meses, periodo que deberán laborar en las empresas inscritas en el programa; este programa ha sido recibido con gran participación en nuestro estado, a un año de lanzamiento 46% de los jóvenes participantes fueron contratados al finalizar su estancia profesional en la empresa que los recibió, incrementándose estos últimos meses y acercando talento profesional joven a las empresas hidalguenses.
Regresando al Programa “Jóvenes construyendo el futuro”, un estudio del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) indicó que este programa necesitaría 99 mil 360 millones de pesos, sin embargo, sólo se le asignaron 40 mil millones de pesos, “monto que permite becar únicamente a 925 mil 926 jóvenes por ese periodo… El presupuesto asignado, representa sólo 40.3% de la población objetivo del programa. Se requieren 60 mil millones de pesos más de lo que ya se dispone”. ¿Cómo se puede potencializar el impacto de jóvenes construyendo el futuro, si el presupuesto asignado no llega ni a la mitad de lo que se necesita para lograr el objetivo?
Aunque las políticas públicas juveniles en México aún están en pañales, éste puede ser un buen programa o quedar sólo en una buena intención sino se analizan a tiempo las debilidades y las amenazas; trabajando en colaboración no sólo con las zonas urbanas sino que también llegue a las regiones más alejadas, a las zonas rurales en donde quizás no haya muchas empresas, pero sí hay muchos jóvenes que ni estudian ni trabajan.
Es importante realizar acciones focalizadas de las ofertas y demandas de las regiones para ser partícipes en el desarrollo de los municipios, estados y país, generando más redes profesionales, y así poder disminuir la delincuencia, la violencia, reducir la pobreza con más alternativas de acción, generar igualdad de oportunidades, darle puntual seguimiento a las reglas de operación para vigilar el uso adecuado del recurso; y de esta manera tener la certeza que el dinero no pare en bares, antros o narcomenudistas, pero sobre todo debemos seguir incrementando los espacios y el recurso para las juventudes, en donde seamos actores y no sólo espectadores para la construcción de las políticas públicas juveniles y no sólo se generen desde la lógica del adulto.
Por ello, es importante preguntarnos: ¿hacia dónde van los programas juveniles en nuestro país?… Jóvenes construyendo el futuro ¿es un programa viable o sólo son buenas intenciones?