Con los ojos en el Conacyt
febrero 18, 2019En días recientes ha dado mucho de qué hablar el estado que guardan algunos nombramientos relacionados con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el cual tiene como objetivo articular las políticas públicas del gobierno federal y promover el desarrollo de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación, a fin de impulsar la modernización tecnológica del país.[1]
La discusión se ha centrado en nombramientos a personas que, sin un perfil ajustado a las necesidades técnicas que los puestos requieren, han sido designadas para ejercerlos, sin embargo, y aprovechando que los ojos están puestos sobre el Conacyt, es importante destacar el porqué se necesita a las personas mejor preparadas para ocuparlos, así como los lastres del Consejo con la comunidad científica y tecnológica del país, que deben ser atendidos.
A diferencia de otros puestos que pueden requerir mayor sensibilidad política, sin que una formación sólida sea menos importante, el Consejo debe contar en sus filas con personas con probada experiencia, no sólo en la función que han de desempeñar, sino relacionadas con el contexto de la academia, la investigación, la tecnología y la innovación, lo cual, ciertamente, no es un perfil sencillo; y es justo de lo que se trata, de que personas con probada experiencia en el medio sean capaces de convertirse en propulsores de la incipiente comunidad investigadora de México.
Por otro lado, los trabajos que desarrolla el Conacyt se han centrado, principalmente, en los niveles de educación superior, dejando de lado la importancia que tiene apostarle a despertar en la niñez, adolescencia y juventud el interés genuino por el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Lejos han quedado aquellas nutridas semanas de ciencia y tecnología que invitaban a ver en la investigación una forma de desarrollo personal y profesional.
Pese a ello, el pequeño grupo de personas beneficiadas con algún apoyo por parte del Conacyt tienen que enfrentar el tope burocrático, aun cuando digital, que implica el trámite, la obtención y liberación de obligaciones al término de éste; sin dejar de mencionar a la temida “dedicación exclusiva”, que ni la Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha atrevido a desentrañar,[2] requisito por demás dañino, pues “las oportunidades de empleo se incrementan con la edad, a medida que se adquiere más experiencia y capital humano”,[3] contribuyendo bajo este esquema al ensanchamiento de la brecha entre la teoría y la práctica, situación que trasciende a todo el sistema educativo.
Aunado a lo anterior, uno de los más importantes retos que el Conacyt debe atender es el mercado laboral que ofrece a sus beneficiarios, pues son políticas públicas aisladas que no cuentan con una ilación integral. En el caso específico de estudiantes en el extranjero, “los retornados no sólo tienen mayores niveles de desempleo, sino que demuestran una inserción precaria en el mercado de trabajo”,[4] si a ello sumamos la escasa experiencia que deriva del riguroso requisito de dedicación exclusiva ya explicado, estamos apostándole a una formación desligada de la realidad, a una inversión infructuosa.
Esta situación también favorece la migración de personas altamente calificadas, conocida coloquialmente como fuga de cerebros, misma que ha sido documentada en diferentes análisis que no dejan lugar a dudas de que algo hemos venido haciendo mal.[5]
Por ello, el puntual seguimiento a los nombramientos al interior del Conacyt es un buen síntoma que no debe limitarse a la calificación de las personas designadas, sino que debe complementarse con el seguimiento, igual de puntual, de su trabajo, mismo que sea capaz de escuchar, entender y resolver las necesidad de nuestra olvidada, pero muy necesaria, comunidad científica.
[1] Ley Orgánica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2002, artículo 2.
[2] Véase la sentencia del Amparo Directo 154/2017, emitida por el Segundo Tribunal Colegiado en materia Administrativa del Primer Circuito, que deriva del ADR 4749/2017 conocido por la segunda sala de la SCJN.
[3] Padrón Innamorato, Mauricio y Gandini, Lucia (coords.), 2013, Población y trabajo en América Latina: abordajes teórico metodológicos y tendencias empíricas recientes, Río de Janeiro, Brasil, Retorno reciente, ALAP.
[4] Idem.
[5] Tigau, Camelia, La fuga de cerebros mexicanos y su felicidad fuera del país. Recuperado de: http://cort.as/-EvTe