De “fifís”, de “chairos” y de violencia

De “fifís”, de “chairos” y de violencia

mayo 31, 2019 Desactivado Por La Opinión de

Quien crea que decirle a otro “fifí”, “chairo”, “chayotero” o “pejezombie”, en las brutales batallas que se producen todos los días en las plataformas digitales, no está relacionado con la violencia que lacera a México, o peca de ingenuidad o de un maquiavelismo muy perturbador. De hecho, a diferencia de lo que cree el Presidente Andrés Manuel López Orador, las redes sociales son todo menos “benditas”: se han convertido en caldo de cultivo para la gestación y permanencia de nuevas etiquetas, de categorizaciones sociales inéditas, propuestas y difundidas, de manera reprobable, desde el poder presidencial.

Hoy, estos adjetivos no solo agravan la espiral de violencia en el país, sino que acentúan el racismo mexicano, lo resignifican y lo perpetúan. Federico Navarrete, en su libro México racista: una denuncia, propone en su punzante texto que la violencia y el racismo están ineludiblemente vinculados: “la invisibilidad de las incontables víctimas en la muerte es la trágica consecuencia de la discriminación que las hizo invisibles en vida. El racismo y la violencia son producto de la exclusión que padecen amplios sectores de la sociedad mexicana en los más diversos escenarios de nuestra vida pública y social”.

Ahora, “fifí” es el nuevo “fresa” o “güero”; ahora, “chairo” es el nuevo “naco” o “pejezombie”. No importa la forma en que se quiera nombrar, el significado va siempre en la misma dirección y con un mismo destino: dividir, denigrar, pero, sobre todo, vender la falsa idea de que hay mexicanos de primera y mexicanos de segunda, los educados y los iletrados, los cultos y los ignorantes. Esta nueva clasificación, muy lejos de contribuir a una sana convivencia entre iguales, agrava la discriminación entre individuos.

Preocupa sobremanera que, en medio de los interminables casos de violencia en todo nuestro territorio, haya miles de personas que se ufanen de la tragedia en las redes sociales. Basta el más reciente caso para dar un ejemplo: muchos usuarios en Twitter atribuyeron el estallido de un artefacto explosivo en contra de Citlalli Hernández, Senadora por Morena, como un “bien merecido karma” por ampliar la protección de derechos de la población LGBTTTI.

Lamentablemente, esta situación está muy lejos de terminar: si el hombre que está al frente de la segunda economía más importante de América Latina es quien difunde etiquetas populares, pero potencialmente agresivas, ¿qué se puede esperar de un amplio sector de la población con la creencia de que denostar detrás de una pantalla es inofensivo cuando existen adjetivos que, literalmente, violentan y matan?

Bernardo Ramírez López

Réplicas