¿Voto sin voz?
septiembre 17, 2019Siempre se ha sugerido que el voto es la unidad básica de cualquier democracia, pero hoy día no podemos pensar en regímenes democráticos que no sean plurales; las sociedades actuales exigen además del respeto al voto ciudadano, oídos susceptibles a la opinión pública y no únicamente de las mayorías, sino también de los grupos minoritarios, pues en la actualidad resulta evidente que existen posiciones políticas casi como número de ciudadanos.
Sin embargo, pareciera que hoy día destacan mandatarios y políticos en lo general que no están dispuestos a escuchar, no solamente a sus adversarios políticos, sino tampoco a los ciudadanos que piensan de manera distinta. En México tenemos un gobierno que, tanto en la figura del Presidente, como en sus portavoces en diferentes medios de comunicación, se han encargado de menospreciar la voz de la oposición, catalogándola con adjetivos y adverbios poco elegantes, que dan la percepción de que desconocen la importancia de un mandato responsable, donde exista cabida a una identidad entre gobernante y gobernado.
Mientras tanto, en España hoy las principales fuerzas políticas no logran llegar a un acuerdo para que haya un nuevo gobierno y es que más allá de que los dirigentes no coincidan en muchos temas, nos dan la idea de que ignoran no solamente la voz de la ciudadanía, sino peor aun: también el voto. Al Presidente en funciones, Pedro Sánchez, no le incomoda ir a nuevas elecciones, e independientemente de quien sea el culpable de no llegar a dicho acuerdo, se tiene cierta percepción de que los partidos tradicionales no se terminan por acostumbrar al final del bipartidismo. En ese mismo tenor los dirigentes de los partidos de derecha, Partido Popular y Ciudadanos, no ponen sobre el tablero la opción de una abstención que permita gobierno, y peor aun, se engalanan señalando que unas nuevas elecciones serían otra oportunidad para España y los españoles, menospreciando así el deseo, racionalidad y decisión de los electores españoles que dijeron no a un gobierno de derecha.
En conclusión: tenemos gobiernos que hoy día solamente se guían por la legalidad del voto y la forma de cómo estos se traducen en escaños o posiciones de poder, sin que de verdad escuchen el sentir de la ciudadanía a través del voto, mucho menos a través de la opinión diaria que ocurre en bares y cafés.