Los mensajes subliminales de la 4T

Los mensajes subliminales de la 4T

noviembre 15, 2019 Desactivado Por La Opinión de

Por segunda vez, el gobierno lopezobradorista vuelve a ser centro de polémica internacional; la primera ocasión, recordemos, fue por el tema del reconocimiento del presidente de Venezuela al respaldar a Nicolás Maduro en lugar de Juan Guaidó. Ahora la cancillería mexicana ha dado una nueva polémica tras la renuncia de Evo Morales, exmandatario boliviano, al ofrecerle y éste aceptar el asilo político.

Sin entrar en detalles concretos sobre la situación política-social, concerniente a Bolivia, resulta muy controversial la postura de la administración que encabeza el presidente en turno, al respaldar a líderes políticos que, a los ojos del mundo, son vistos como dictadores o con prácticas poco democráticas.

Nicolás Maduro es visto con repudio por muchos venezolanos, latinoamericanos, por sus conductas poco racionales, antidemocráticas, en ocasiones nefastas, no obstante México le reconoció hace tiempo como presidente, pese a la problemática suscitada en aquél país, alimentando aún más esos rumores o temores infundados o no de que nuestra nación transita hacia esa realidad.

En lo personal, pese a las críticas aquí vertidas a la actual presidencia, me he considerado opuesto a la idea de que nos convirtamos en Venezuela o Bolivia, en cuanto a sus prácticas democráticas con líderes que al menos han durado más de 10 o 12 años en el poder. Pero cabe destacar que, para los detractores u opositores a este proyecto político, dichas acciones no hacen más que alimentar dicho miedo o rumor.

Tales actos son complicados de distinguir si tal vez es una congruencia ideológica o no, pero también denota la verdadera esencia de la izquierda mexicana que en el fondo anhela esas ideas populistas, totalitarias, dictatoriales, cuasiestalinistas que históricamente se han dado en algunos países del mundo.

Si algo nos enseñó George Orwell, en Rebelión en la granja, es que por mucho que los ideales sean buenos, el poder corrompe y aplica en cualquier contexto, espacio o tiempo en general. Lo más lamentable ahora es el ascenso del radicalismo político que ha permeado en la esfera de lo social, pues lo mismo se llama “facho” o “derechairo” a quiénes mantienen una postura de derecha, que “chairo” a quienes son de izquierda, sabiendo que ninguna de las ideologías son la panacea o el non plus ultra.

En conclusión, cada día es más complicado hacer entender a la sociedad el funcionamiento ideal de una democracia, si bien hay teoría como práctica, aún estamos lejos, en lo que a América Latina respecta, de entender bien las reglas del juego.

Gildardo Ledesma

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