América Latina y la crisis

América Latina y la crisis

octubre 24, 2019 Desactivado Por La Opinión de

América Latina está en crisis y, aunque para los que conocemos la región no es una situación nueva, los años dorados que acompañaron al auge en el precio de las materias primas parece que nos hicieron olvidar muchos de los problemas de fondo del continente… Y, por tanto, la vuelta a la realidad resulta mucho más traumática. Las numerosas movilizaciones en Ecuador por el incremento en el precio de los combustibles, las revueltas en Bolivia por un supuesto fraude electoral, el conflicto en las calles chilenas como reacción a la política de Piñera y la desigualdad que azota al país, la crisis institucional en Perú o la espiral de violencia en México son sólo algunos de los ejemplos más notorios de las últimas semanas.

Y es que, mientras duró, el auge de la economía deslumbró tanto a élites como ciudadanos, haciéndoles olvidar la necesidad de atajar los problemas estructurales de América Latina. La desigualdad, presente en todo el continente, parece ser el origen de muchas de las asignaturas pendientes. La fuerte inequidad de ingresos y en el acceso a servicios básicos, como la educación o la sanidad, generan sociedades débiles que permiten el auge de caudillos o poderes informales, dificulta la rendición de cuentas abriendo un terreno fértil para el clientelismo o la corrupción, minimiza la conciencia ciudadana debilitando en consecuencia las instituciones del Estado y crea escenarios de inestabilidad que pueden derivar en estallidos de crisis y violencia.

Porque, no nos engañemos, los recientes acontecimientos no son reacciones a hechos o medidas puntuales, sino la canalización de conflictos mucho más arraigados de lo que parece. Problemas que existían desde antes del boom de las commodities y del famoso giro a la izquierda, y que parecieron no resolverse tampoco durante los años de bonanza. Y es que, una vez que regresó la desaceleración económica, también lo hicieron el descontento, la inestabilidad y la tensión. Partidos y élites se muestran ineficientes a la hora de gestionar los retos a los que se enfrenta la región, y los ciudadanos han visto en la acción colectiva el mejor medio para reivindicar sus demandas.

Problemáticas y manifestaciones diferentes que, en el fondo, reivindican causas comunes: la adopción de medidas para reducir la brecha entre salarios y coste de vida, reclamos para el acceso a servicios y políticas del Estado, respeto a los Derechos Humanos y mayor transparencia. Si estas demandas no son procesadas y atendidas existe el riesgo de que la inestabilidad se siga extendiendo por la región y se agudicen aún más los conflictos. Las medidas ad hoc pueden contribuir a detener temporalmente el descontento, pero no a erradicarlo. La sociedad latinoamericana del presente se muestra mucho más crítica y concienciada que en el pasado, aunque no siempre cuente con las estrategias y recursos necesarios para reivindicar sus posturas.

Por ello, junto con la necesidad de repensar tanto el funcionamiento de la economía como de las instituciones, es pertinente comenzar a incluir a la sociedad civil en la toma de decisiones; canalizar sus demandas a través de canales institucionales que frenen el auge de la violencia. Y es que, pese a que en ningún caso resulta justificable el uso del vandalismo y la acción violenta, la ausencia de canales institucionales de participación efectivos sólo puede desembocar en el caos. Las élites deben asumir que los ciudadanos no son entes sumisos y que los problemas de ayer no pueden ser aplazados a mañana.

Mélany Barragán

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