Las realidades no tan ucrónicas de El Hombre en el Castillo
noviembre 29, 2019En la literatura, el teatro, el cómic o incluso cine y televisión, siempre se ha tenido una visión crítica del tema político, ya sea haciendo sátira o denuncia a través del arte sobre estas cuestiones esenciales.
Por lo que muchas obras han hecho uso de la denuncia o la sátira con estos asuntos, hoy corresponde hablar de la serie El Hombre en el Castillo (The Man in the High Castle), basada en la novela del mismo nombre del célebre autor de ciencia ficción, Philip K. Dick; cuya adaptación televisiva de esta historia puede verse mediante la plataforma Prime Video, que, con cuatro temporadas, ha sido uno de los éxitos más notables del servicio de streaming, propiedad de Amazon.
Siendo una historia ucrónica (hechos históricos alternativos), nos adentra en un 1962 alternativo en el que los Aliados han perdido la Segunda Guerra Mundial, por lo que este mundo es distinto al nuestro, ya que prevalecen los gobiernos totalitarios, el territorio de Estados Unidos es dividido entre japoneses reclamando la costa este y alemanes la costa oeste respectivamente, creando un ambiente de represión, incertidumbre, sin contar la amenaza de una Guerra Fría distinta entre ambas potencias vencedoras.
Rescatamos el mensaje político aquí presentado, dejando de lado la parte de ciencia ficción que abarca multiverso o mundos paralelos, pues tan sólo ese primer punto nos hace reflexionar en estos tiempos de lo políticamente correcto; nos hace ver un mundo dónde el totalitarismo, la represión, los Estados policiales, el genocidio paralelo a los avances tecnológicos y la permanencia de la cultura, el arte, la música, algo muy acorde a estos tiempos en los que la democracia experimenta crisis a nivel mundial.
Nos plantea la pregunta obligada, ¿qué sería de nuestro mundo si los paradigmas como el totalitarismo, la represión, discriminación, genocidio fueran socialmente aceptados?, pues vemos que en nuestra realidad este sistema ideológico es severamente condenado en aras del correctismo político en diversas esferas.
Sin embargo, con todo y lo que la historia de nuestro mundo nos ha enseñado, a veces pareciera que sin la necesidad del planteamiento de un escenario como el que nos muestra esta obra de ficción, seguimos con las actitudes aquí reflejadas, basta con ver el grado de polarización política o social con respecto de ciertos temas.
Desde los que minimizan el Holocausto, una marcha feminista, las muertes por culpa del crimen organizado o los hechos violentos, son mucho reflejo del divisionismo social que es una constante en nuestra vida cotidiana.