Vuelta a empezar
enero 9, 2020 Desactivado Por La Opinión deEspaña ha estrenado el 2020 con un nuevo Gobierno después de semanas de negociación y la amenaza de bloqueo. El pasado martes 7 de enero, el socialista Pedro Sánchez logró ser investido como Presidente del Gobierno de España con 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones. Tras fracasar en la primera sesión de votación del pasado domingo, logró una ajustada mayoría que le permite acceder a la Presidencia y formar gobierno.
A diferencia de la primera votación, en la que se requería una mayoría absoluta para la investidura, en esta segunda sesión sólo necesitaba una mayoría simple para contar con la confianza del Legislativo. Es decir, necesitaba más votos a favor que en contra. No obstante, Sánchez no lo tenía fácil y cada voto era importante. De hecho, la oposición llamó a que se rompiera la disciplina de voto dentro del partido socialista con el objetivo de frenar la investidura.
En un clima de profunda crispación, la investidura de Sánchez pone fin a los más de ocho meses de Gobierno en funciones y abre paso a una legislatura que, sin duda, nace marcada por la polarización y el conflicto. Asimismo, se inicia un nuevo episodio dentro de la historia democrática española: por primera vez, dentro del régimen constitucional de 1978, se produce un gobierno de coalición. Y es que, para lograr los apoyos necesarios, Sánchez ha tenido que pactar con el partido de Pablo Iglesias, Podemos, y acordar un reparto de carteras ministeriales.
La perspectiva de unas terceras elecciones y un eventual ascenso de la derecha han terminado por unir a dos socios de gobierno que en el pasado se habían dicho incompatibles. Asimismo, ha logrado apartar a Pedro Sánchez de su idea original de gobernar en solitario, quizás por el alto coste que supondría cargar con la responsabilidad de un nuevo bloqueo político y unos nuevos comicios.
Desde el nuevo Ejecutivo se llama a iniciar una nueva etapa de diálogo que ponga fin al clima tóxico que ha reinado en la política española durante los últimos meses. Asimismo, anuncian una política activa con un fuerte componente social. Después de la aprobación de un nuevo presupuesto, el ya Presidente del Gobierno pretende desarrollar un importante paquete legislativo –con medidas como la derogación de la reforma electoral, una nueva subida del salario mínimo interprofesional o una ley de eutanasia–, que dé sentido al alto desgaste que ha afectado al Partido Socialista en su lucha por el poder.
Todos estos proyectos, sin embargo, dependen de la capacidad de Sánchez para mantener un gobierno sustentado en difíciles equilibrios. La necesidad de contar con un fuerte consenso, con distintas fuerzas políticas, pone a Sánchez en una complicada disyuntiva: o bien gobierna a golpe de negociación con sus socios de gobierno, o asume un rol más pasivo y opta por gobernar poco. Se forja así un interesante escenario en el que conviven incentivos selectivos y colectivos, y que pondrá a prueba la capacidad del nuevo Presidente para establecer su agenda, garantizar su supervivencia política y mantener sus alianzas. Se inicia la partida.