Laberintos ideológicos

Laberintos ideológicos

marzo 3, 2020 Desactivado Por La Opinión de

Muchas veces me preguntan las semejanzas o analogías que se pueden hacer entre los partidos mexicanos y los europeos; y aunque casi siempre mi respuesta consiste en que es sumamente complicado dar afirmaciones al respecto, dada la singularidad del proceso de democratización mexicano, la gente suele volverlo a preguntar. Pues, aunque entienden las razones, no terminan de comprender, pues para comprender, es imprescindible estar en contacto directo, aunque sea un poco.

Es cierto que antes del año 2000 México no se dividía a partir del clivaje izquierda-derecha, tal como Alejandro Moreno y algunos otros lo han señalado, pero también es verdad que a partir del 2000 tampoco ha habido una nueva división que logre consolidarse como clivaje, cumpliendo con características que señala Fernández Albertos: una dimensión de ganadores y perdedores; valores y creencias en torno a políticas públicas; y una real posibilidad de articulación de intereses. A partir de la transición democrática se comenzó a pensar más en términos de izquierda y derecha, sin embargo, tampoco ha logrado en estos años impregnarse en la sociedad mexicana.

Una vez que cortó con el PRD, Andrés Manuel López Obrador tuvo la oportunidad de modificar su discurso, y presentarse como un actor ajeno al orden político contemporáneo y a los partidos tradicionales, con ello logró ser una figura antisistema.

Si bien desde el año 2000 no vivimos en un régimen de partido hegemónico y autoritario, sí vivimos en un sistema producto de lo que se construyó en el siglo XX. Todos los sistemas políticos son producto de la historia, es inverosímil verlos como partes fragmentadas.

Hoy México está dividido. Las encuestas de las últimas semanas ahora lo reflejan de manera más concreta, poniendo en proporciones casi iguales a aquellos que aprueban la gestión del gobierno a aquellos que no lo hacen, aunque no creo que éste sea un indicador necesario o imprescindible para decir que el país está polarizado: el país y los mexicanos estamos polarizados desde ya hace bastante tiempo, obedeciendo más a una polarización afectiva que de tipo ideológico.

Sin embargo, si bien es preocupante ya tener sociedades polarizadas, más preocupante me parece no saber en torno a qué están polarizadas, no saber mucho menos la ideología o los valores que representan cada uno de los grupos y subgrupos. El Presidente López Obrador señala a un ente invisible como “los conservadores”, conservadores que, en el mejor de los casos, sospechamos que son sólo sus enemigos, pero más allá de saberlo, no conocemos qué es eso que el Presidente dice que buscan conservar.

Si de conservadurismo se trata, el primer conservador sería precisamente el Presidente, quien deslegitima toda crítica pública, quien ha buscado menospreciar los movimientos feministas del país, cuando hoy el feminismo no es un fenómeno exclusivo de México. Conservador me parece aquel que quiere conservar un sistema centralizado y autoritario propio del siglo XX; conservador me parece quien sigue creyendo que el petróleo es la única industria energética.

Así pues, hoy desde Palacio Nacional se señala conservador a quien es plural, a quien cree en la libertad de expresión, a quien se manifiesta en contra de la ola de violencia que vive actualmente el país, a quien apoya la base del movimiento feminista.

Sin embargo, el desdibujamiento ideológico no es exclusivo del Presidente y sus amigos, acapara a casi todos por igual; tenemos a un ex candidato presidencial, Gabriel Quadri, quien considera a toda izquierda como stalinista, que piensa que es necesario tener en México un partido como VOX de España, quien tuitea que los pobres son pobres porque son de izquierda, o son de izquierda porque son pobres.

Tenemos también la lucha de panistas que han cortado también con su partido, y que a partir de la estructura que lograron formar desde Los Pinos, no se atreven a posicionarse respecto a temas de índole social actual como el matrimonio entre personas del mismo género o bien respecto al aborto, haciendo parecer que creen que los valores de índole personal se deben sobreponer a los de la virtud pública.

Tenemos un partido como Movimiento Ciudadano, que parece creer que ser de centro y socialdemócrata es sinónimo de mantenerse neutro en la lucha por el poder, que no ve cómo ser oposición, que parece caer en el pecado de muchos partidos de centro, de no encontrar un discurso, cuando quizá su discurso pudiera ser hasta el más coherente en tiempos actuales.

Tenemos un Partido Verde que además de velar por los intereses de sus líderes, prefiere siempre enmascararse a partir de las celebridades del medio del espectáculo, sin un discurso digno de ser considerado, yendo a contracorriente de los partidos verdes en el escenario mundial y proponiendo políticas como la pena de muerte.

Pero todo este desdibujamiento ideológico no es solamente a partir de las instituciones, sino a partir de la misma ciudadanía. Y si bien he llegado en ocasiones a celebrar que no seamos un país altamente ideologizado, a pesar de que la teoría política ve a la ideologización como característica propia de democracias fuertes, hoy lo que preocupa no es que no exista una concepción ideológica, sino que exista una división casi ideológica pero sin fondo alguno, considerando en ellas elementos meramente erróneos de cada una de las ideologías: defender a la derecha sin verdaderamente pensar como la misma, o decirse de izquierda cuando tus políticas públicas son todo, menos de izquierda. Ese desdibujamiento ideológico sí es de preocupar. Mejor sigamos por el camino andado, aunque nos digan que es producto de debilidad democrática. Considero mejor que sigamos sin ideologizarnos, que el hecho de meter todo al cajón de las ideologías sin saber verdaderamente, qué es lo que representan cada una de ellas.

Isidro O’Shea
Twitter: @isidroshea

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