Coronavirus como fenómenos sociológico

Coronavirus como fenómenos sociológico

marzo 12, 2020 Desactivado Por La Opinión de

El miedo nunca es buen consejero y menos cuando no es justificado. Sino que se lo digan a millones de ciudadanos europeos que están en vilo desde el brote del SARS-CoV-2, el cual provoca la enfermedad conocida como COVID-19, más conocida como coronavirus. Pese a que las autoridades sanitarias no dejan de repetir que en el 80% de los casos el virus ocasiona cuadros leves, la ciudadanía parece haber entrado en un estado de pánico generalizado. Las compras masivas en supermercados o el acopio de mascarillas son sólo algunos ejemplos de la situación de alarma que se ha desatado.

En un contexto de abundante información, no siempre contrastada, los medios deben de realizar un ejercicio de responsabilidad y comunicar únicamente aquella información que sea veraz y que proceda de las personas autorizadas para ello. Esto es, de la comunidad médica y científica. Y es que, si atendemos a la información proporcionada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pese a que el virus tiene una gran capacidad de transmisión, su tasa de letalidad es baja. Así, la mayor parte de los fallecidos eran personas muy mayores o con patologías previas.

Pese a que todavía no existe una vacuna, el alcance del coronavirus está muy condicionado por la fortaleza de los sistemas sanitarios. La OMS ha advertido que el riesgo de expansión del virus a nivel global es elevado. No obstante, ha subrayado que esta información no es para alarmar a la gente, sino para prevenir a los Estados y hacerles entender que está en su control contener el virus. Y este aspecto es especialmente relevante. La falta de información y la desinformación dan alas al miedo y generan situaciones de caos que terminan perjudicando a la sociedad en su conjunto.

Los hospitales piden tranquilidad y confianza en las medidas adoptadas. Las autoridades están haciendo un gran esfuerzo en la comunicación por parte de expertos, la adopción de protocolos y la colaboración internacional. No obstante, la histeria generada entre la sociedad ha terminado creando otro tipo de epidemia, en este caso de carácter psicológico y social. La incertidumbre ha terminado generando un panorama de estrés que termina por ser contraproducente en la gestión de la pandemia.

En estos escenarios, es fundamental el ejercicio de la responsabilidad gubernamental, pero también de la individual. Escuchemos a los responsables sanitarios, cumplamos con las recomendaciones vertidas y adoptemos las medidas necesarias. Pero no acabemos convirtiendo esta epidemia en un instrumento para generar el pánico o hacer un uso político de ella. Así, seamos críticos con los líderes que han aprovechado la ocasión para hacer campaña por controles fronterizos más fuertes y culpar a la población inmigrante de la propagación del virus. O con los que, desde la oposición, han cargado contra los gobiernos de turno, culpándoles de la crisis sanitaria.

Todo este tipo de actuaciones contribuyen a la construcción social del riesgo. Junto con la confianza en la ciencia, es necesario tener en cuenta elementos simbólicos e irracionales. Y, en este sentido, es fundamental crear un clima de confianza y tranquilidad. Pese a que no existe una receta contra pensamientos catastrofistas, es importante evitar mensajes que generen más tensión e incertidumbre. Las opiniones mal fundamentadas y el ejercicio irresponsable de la comunicación únicamente crean histeria. Y, que sepamos, la histeria no es un antídoto para el coronavirus.

Mélany Barragán

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