Lo que sigue
marzo 30, 2020Hemos entrado oficialmente a la fase 2 de la contingencia sanitaria. El Gobierno detendrá sus actividades, excepto aquellas que son esenciales y necesarias como la Seguridad y la Salud Pública.
Los próximos días son cruciales para detener la aceleración de los contagios. Eso, probablemente, no signifique que se reduzca el número de gente que se va a contagiar. Significa que los contagios se darán de manera más lenta, lo que dará tiempo a los sistemas de salud de identificarlos, aislarlos y atenderlos.
Es de suma importancia que esto suceda. De no ser así, podríamos saturar los sistemas de salud y entrar en una situación de pánico colectivo que sólo profundizará una probable crisis.
Sin embargo, también sigue la parálisis de la economía, al menos una buena parte de ella. Todos entendemos que es un sacrificio necesario para evitar un mal mayor. Pero también sabemos que el sacrificio no es igual para todos.
Se ha hablado y analizado mucho sobre qué están haciendo las grandes empresas y cómo les afectará. Hay claroscuros. Hemos sido testigos de acciones altruistas que algunas grandes corporaciones han tomado, como diversos bancos que han suspendido el pago de créditos, o varias plataformas digitales que han abierto su contenido al público, como libros electrónicos o contenidos digitales, para pasar la cuarentena. Y también hemos visto acciones despreciables como la de ALSEA de ofrecer un descanso “voluntario” a sus trabajadores sin goce de sueldo.
Y día a día vemos sacrificios que, considero, son aún mayores. Vemos a pequeños comerciantes seguir saliendo a buscar sus ingresos, aunque sepan que serán menores debido a las medidas de aislamiento que ya se están tomando. Vemos pequeñas tiendas ofreciendo el servicio a domicilio, cuando antes no lo hacían, y verse incluso sobrepasadas por la alta demanda de este servicio adicional. Vemos a restauranteros diciendo “no vengas, nosotros te lo llevamos”, tratando de mantener a sus clientes.
Este tipo de comercios y personas, que salen a buscar sus ingresos, corren un alto riesgo de no resistir la crisis que se viene. Tal vez entre las medidas preventivas que tomemos, deberíamos incluir apoyarlos consumiendo sus productos para agradecer los riesgos que seguirán tomando debido a que no pueden parar y así ayudar un poco a su economía. Ellos, y nosotros también, lo necesitan.
El mercado, por sí solo, es injusto y no se distribuye de manera adecuada. En las etapas de crecimiento económico son pocos los que obtiene sus beneficios y en las etapas de crisis son muchos los que sufren las consecuencias.
No menosprecio el valor que las grandes compañías aportan a nivel nacional e internacional, desde la distribución y oferta de miles de servicios y productos hasta la contratación de miles de personas. Pero también tienen activos, ahorros, inversiones. Todo esto les puede ayudar a sobrepasar la crisis y ayudar a sus empleados, si es que tanto les importan como dicen. Los otros, el señor de la tienda de abarrotes, el que vende tamales, las personas de los mercados, los pequeños comercios, todos ellos no tienen nada de eso.
Debemos apelar a la solidaridad, la empatía y, sobre todo, la unidad de todos. No son tiempos para pelear. Lo que sigue son tiempos difíciles. 2020 será un año perdido y, si no hacemos nada, esto tendrá una profundidad más larga de lo que deseamos.
Las medidas que se han tomado por parte del gobierno en materia económica me parecen, por decir lo menos, insuficientes. Algunos gobiernos en los estados se están preparando para tomar el asunto en sus manos ante la débil respuesta del Gobierno federal. Yo espero que puedan anunciar medidas más agresivas y que sean proporcionales a la gravedad del problema que estamos por enfrentar. Lo sabremos pronto.
Omar Ovalle
Twitter: @ovalle_omar