Sexenio perdido

Sexenio perdido

mayo 9, 2020 Desactivado Por La Opinión de

La crisis económica derivada del coronavirus, COVID-19, puede ser la más profunda de la historia y ha puesto a temblar la economía mundial. En México, ya puso en entredicho las promesas de crecimiento de López Obrador. Ya nos podemos olvidar del 6% prometido en campaña o el 4% durante su primer año de gobierno. Incluso ahora es difícil añorar mediocre crecimiento del 2% durante el periodo ‘neoliberal’ que tanto criticó el presidente.

El crecimiento económico importa. Sin él no hay desarrollo ni bienestar, aunque el presidente tenga otros datos. La realidad no siempre se ajusta a la retórica.

Es cierto que esta crisis no es culpa del AMLO, pero sus acciones sí lo han sido. Carlos Urzúa, su propio ex Secretario de Hacienda, comentó que se encuentran “pasmados” y “no saben qué hacer” frente a la crisis. Andrés Manuel vive en otra realidad, donde todo lo entiende en términos de su popularidad, mientras miles de mexicanos pierden su empleo, empresas quiebran y los ingresos de la población y el país se reducen considerablemente por su inacción.

La ceguera del presidente se traduce en que los pronósticos de crecimiento cada vez se tornan más grises. Recientemente nos enteramos que la encuesta de Citibanamex anticipa una caída de (-)7.5% del PIB, y bancos y agencias internacionales han estimado que la reducción del crecimiento puede ascender hasta un (-)9.6% (Credit Suisse).

Con estos números podemos borrar cualquier expectativa de crecimiento que se tenía, no sólo este año, sino en todo el sexenio. Para ejemplificar, va un cálculo sencillo: con el 0% autoinfligido en 2019 y un probable (-)8% en 2020, se tendría que crecer al 2% durante los 4 años restantes del Gobierno de López Obrador tan sólo para quedar en un 0% promedio. Es decir, no habremos avanzado nada.

Este escenario se vuelve cada vez más real, debido a la respuesta del Gobierno. Especialistas han mencionado que la recuperación económica será más lenta en México por la falta de una política contracíclica, que ayude a mitigar los efectos de la recesión. La austeridad, lejos de ayudar, profundizará los efectos de la crisis, al reducir el consumo público y disminuir la ya limitada capacidad del gobierno para brindar servicios públicos.

Ante esta realidad que no se ajusta al discurso, el presidente prefiere negarla. En la mañanera del 6 de marzo AMLO mencionó que “términos como crecimiento o PIB deberían estar en desuso y se deberían buscar nuevos conceptos”. Los indicadores nos ayudan a medir los resultados de las acciones que se toman y actuar en consecuencia. Por supuesto que todos los indicadores son perfectibles, pero ni el presidente ni nadie los puede descalificar porque estos no ayudan a generar falsas expectativas.

Quisiera insistir en algo: la crisis no es culpa de López Obrador, pero su respuesta sí lo es. A nadie podrá culpar de su obstinación y omisión ni de las consecuencias que deriven de ello. Aunque seguirá intentando culpar al pasado y a los malos gobiernos, es evidente su ineficacia y torpeza frente al escenario que nos enfrentamos.

El sexenio se ha perdido por completo en materia de crecimiento. Las consecuencias que causará la crisis serán diversas: pobreza, desigualdad, menores ingresos y, de profundizarse demasiado, inseguridad e inestabilidad política y social. No hacer nada también es una decisión. Por lo tanto, las consecuencias que viviremos en próximos meses serán, en buena medida, culpa de la falta de decisión del gobierno y de AMLO para actuar.

Omar Ovalle
Twitter: @ovalle_omar


Imagen: Orlando / pixabay.com

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