Racismo y negación: de la masacre de Tulsa a la pigmentocracia
junio 5, 2020Ahora que uno de los temas de actualidad, además de la pandemia, es la serie de protestas iniciadas en los EE.UU. por el lamentable caso de la muerte de George Floyd, un ciudadano afroamericano involucrado en un altercado policiaco, que derivó en otro de esos tristísimos incidentes raciales.
Como si esto no fuera parte de una relación cíclica de hechos históricos y actuales, precisamente el día 31 de mayo y 1 de junio de 1921 sucedió en la ciudad de Tulsa, Oklahoma, una serie de disturbios raciales en los que afectaron el distrito de Greenwood, también conocido como “the Black Wall Street”; esto debido a que la comunidad afroamericana asentada ahí estableció comercios que los hicieron muy prósperos, situación que causó rencor entre la población blanca de esta zona.
A la larga, este hecho violento fue prácticamente olvidado, además de casi borrado de la historia local y nacional estadounidense, sin embargo, en tiempo reciente fue reavivado en parte a la serie televisiva de HBO Watchmen, basada en la novela gráfica homónima de Alan Moore y Dave Gibbons, pues los hechos históricos aquí mencionados forman parte de la narrativa en el programa.
No obstante, las protestas por el incidente reciente han ido en escalada, seguramente esto será un duro golpe para la administración de Donald Trump, quién al igual que otros líderes mundiales enfrenta además la pandemia de coronavirus.
Se nos habla de que cada día como sociedad somos más progresistas, aunque muy en el fondo con humor, redes sociales o en el inconsciente colectivo permanece una intolerancia, xenofobia y miedo a lo que no es acorde a nuestro sistema o modo de vida.
Por otra parte, en México vemos esos problemas raciales como lejanos, incluso nos indignamos cuando vemos alguna película gringa con temática de la emancipación de la esclavitud o de la segregación racial. Pero no nos damos cuenta que nuestra misma estructura social es racista, clasista, a pesar de que asumamos o en la educación que nos dan en casa, en la escuela, aspiremos a ser una meritocracia, cuando para ascender vivimos en la cultura del cuate o del conecte.
A nuestros compatriotas en muchos ámbitos los tratamos basándonos en su color de piel, etnia, no los bajamos de “indios pata rajada”, o bien los denominados whitexicans con sus expresiones o incongruencias. Observamos que hemos evolucionado de la sociedad de castas colonial a la pigmentocracia antagónica de chairos vs. fifís, alimentada aún más por el lopezobradorismo y sus huestes de seguidores.
Gildardo Ledesma
Twitter: @gledesmaa24
Imagen: Gordon Johnson / pixabay.com