Más allá de la retórica, los números deben contar y mucho
agosto 31, 2020La campaña mediática por el Segundo Informe de Gobierno de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador ha iniciado, la intensificación del debate político de cara al inicio del proceso electoral 2021, también. ¿Cuál es el balance de los dos primeros años del autodenominado gobierno de la “cuarta transformación”, más allá de la retórica y la narrativa confrontativa y a su vez representativa de una estrategia de campaña permanente?
Si bien el discurso oficial, que se difunde tanto en las plataformas y canales del Gobierno de México como en los espacios de opinión digitales y tradicionales “espejo” y apéndices propagandistas de éste, posiciona constantemente que los resultados de la actual administración son históricos e impactantes en el papel, en la realidad parecen totalmente contrarios a las palabras que difunde el presidente, spot tras spot, con su característica habilidad para comunicar. Siendo la votación masiva de 30 millones de mexicanos el principal argumento de gran parte del oficialismo para sustentar que hoy aún el 52% de los mexicanos apoya al presidente, aprobando su gestión, los números que arrojan instituciones propias del Estado mexicano como el Inegi, el Coneval y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre otros, nos revelan que tan sólo en la coyuntura derivada de la pandemia causada por el COVID-19 en términos económicos, más de 10 mil Mipymes –que generan 7 de cada 10 empleos en el país– cerraron, dando como resultado la pérdida de más de 1 millón 500 mil empleos y contando.
A su vez, el propio Inegi informaba ya desde 2019 que nuestro PIB decrecía en un 2%, sumando a esta caída, el 18% histórico actual derivado también de las secuelas económicas causadas por la paralización de las actividades productivas, a partir de la aparición del SARS-CoV-2 en el primer trimestre del 2020, sin que el Gobierno de México –más allá de incrementar la entrega de recursos directos por medio de los programas del bienestar y los prestamos “a la palabra” destinados a negocios, changarros y microempresas que no contaban en muchos casos con más ingresos para regresar el favor– hiciera algo por diseñar e implementar una estrategia de contención y apoyo de la economía nacional.
Asimismo, y de acuerdo con el Coneval, 19 millones de mexicanos engrosarán las filas de la pobreza y la desigualdad a finales del 2020, resaltando también y nuevamente con cifras del Inegi, el incremento en 75% del costo de la corrupción en el gobierno para la sociedad mexicana. Los números en seguridad no son más alentadores, pues de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, más de 60 mil mexicanos han sido asesinados víctimas de la violencia que, si bien inició en sexenios anteriores, ha seguido en incremento sin que las “estrategias” para pacificar el país implementadas por la administración de AMLO surtan efecto hasta el momento.
Rasgos de intolerancia ante la libertad de prensa y expresión que se han documentado en casos como los de Notimex, la Revista Nexos y recientemente Animal Político, en donde en la primera se utilizan los recursos de la agencia de noticias del Estado para lanzar campañas de desprestigio en contra de periodistas como Carmen Aristegui, Dolia Estévez o Lydia Cacho, pasando por la inhabilitación de la revista que dirige Héctor Aguilar Camín por parte de la Secretaría de la Función Pública y la crucifixión mediática en el prime time de la mañanera del portal que dirige el periodista Daniel Moreno, junto con organizaciones de la sociedad civil, demuestran que la plataforma y el proyecto de gobierno con la que el Movimiento de Regeneración Nacional ganó indudablemente las elecciones de 2018, partiendo del deseo de los mexicanos por terminar con años de malos gobiernos, violencia e impunidad, se están diluyendo rápidamente.
El año 2021 será, sin duda, un año muy complicado para el país no sólo debido a las recientes declaraciones del secretario de Hacienda del Gobierno de México, Arturo Herrera, afirmando que los “guardaditos” o reservas del país se habrán agotado –sin duda efecto de una mala administración del presidente Obrador–, sino también por el arranque del proceso electoral, en donde parece que la encomienda del actual grupo y proyecto gobernante sería el debilitamiento en mayor porcentaje de la pluralidad y la diversidad política del país, representada por otros institutos políticos y organizaciones de la sociedad civil bajo el estigma de su protagonismo, como parte de los villanos y adversarios de la “4T”.
El electorado actual es sumamente volátil, y si bien 30 millones de mexicanos votaron por el proyecto obradorista, esto no significa que esta cantidad de mexicanos, militen en el partido del presidente o se asuman fieles seguidores del primer mandatario, por lo que los resultados de la elección del próximo año podrían variar con respecto a los de julio de 2018, lo cual sería sano para restablecer el balance político y democrático de México, pues la legitimidad de un gobierno o proyecto político no debe residir en la retórica de un solo hombre sino en los números, las estadísticas y los resultados que deben de contar y mucho a la hora de decidir quiénes nos seguirán representando y gobernando o quienes nos representarán y gobernarán cuando los ciudadanos nos encontremos cara a cara con las urnas el próximo año.
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