En Víctor Jara y su guitarra está mi América Latina
septiembre 17, 2020América Latina, codiciada por extranjeros y subestimada por sus propios complejos, se mantiene bajo la misma lógica. El liberal extranjero quiere ver florecer el desarrollo futurista de la energía renovable, de los derechos progresistas, de las nuevas tecnologías, del salario digno e igualitario. Mientras tanto, los conservadores regionales, apegados a las ideas anacrónicas, niegan el avance de su contradictorio destino, el progreso humano.
Pero eso sí, todavía no hay cabida para los progresistas regionales. Algunos estiman, erróneamente, que quedan migajas del “giro a la izquierda”. Hará falta observar lo que hoy son Nicaragua, Cuba y Venezuela. ¿Dónde quedaron el Alba y la Unasur? Revoluciones que en su momento se creyeron utópicas y románticas han implementado la relación más tóxica entre los amantes del pueblo y la patria, la dictadura.
Dicen por ahí, que México y Argentina esculpirán al David de la libertad social. Hasta no ver, no creer. Sin embargo, a poco será muy sencillo maromear, que en el ombligo de la luna resuena con hipocresía, “no ha aumentado la violencia contra la mujer” o peyorativamente “pseudoecologistas” a quienes han muerto por defender la tierra y la naturaleza. A la par, Argentina se encuentra entre la crisis económica y la regresión al autoritarismo. Un círculo vicioso de Malos Aires.
Entonces, ¿dónde se representan los valores del futuro? Clandestinamente se encubren en el partidismo actual, basado en los estatutos de la política del siglo XX. Irónico, sin embargo, la modernidad política no llega a las urnas y esos pocos son opacados por los sentimientos de la revancha histórica.
Si viramos a la derecha, el camino es tenebroso. Con generales y gobiernos paramilitares, que priorizan un dichoso orden a cambio de las libertades individuales. Ese perverso contrato, que muchos toman con inocencia. Te sacan los ojos. La clásica demagogia ahogada, “con Pinochet floreció la economía”.
Queman la Amazonía con su indiferencia y ejecutan a los “diferentes” con discriminación, clasismo y racismo. Para ellos no hay vuelta atrás, porque la vuelta atrás queda por debajo de las alas del cóndor que se levantó con la democracia. Misma democracia que ahora se conoce y se sabe defender. No obstante, la pelea es dura ante la carencia, el lastre, el camino cuesta arriba de nuestra región: la desigualdad y la pobreza, la violencia vecindaria entre los nuestros.
De vuelta al capítulo de los fantasmas ideológicos, la consigna de las fuerzas partidarias responde a las exigencias de llenar vacíos imaginarios. Entre gallos rojos y negros los manifiestos eurocéntricos del comunismo y el fascismo extraen la fuerza de la demanda y la justicia de las masas, pero no por la vida digna y de las personas. No hay canto universal en donde no hay derecho de vivir en paz, es puramente ideológico.
América Latina vive un momento cúspide en su historia, pero entre tanto oscurantismo aún hay campanas de vida. Calles y monumentos que se tiñen de verde y morado en las capitales. En Santiago, Valparaíso, Atacama y hasta la Tierra del Fuego se extiende la exigencia de un Nuevo Pacto Social.
Más al norte, la bandera de Whipala baja de sus altos senderos andinos para defender, no a un presidente, sino una idea: el reconocimiento. Quién sabrá mejor que ellos, que el orar juramento político sobre la Biblia traerá destrucción. No al golpe de Estado, la sombra de Banzer no cubrirá a Bolivia nuevamente mientras alumbre el sol.
La pandemia puso en pausa la agitación de la región, pero la estampida será imparable cuando se habrán de nueva cuenta las grandes alamedas. Por eso, mi América Latina se remonta a las demandas pendientes de la guitarra de Víctor Jara. No obstante, me dirán, que el músico murió hace 47 años. ¿En dónde queda mi denuncia al anacronismo? Pues yo les respondo, “canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva”.
Luis M. León
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