Guatemala en llamas

Guatemala en llamas

noviembre 26, 2020 Desactivado Por La Opinión de

El pasado fin de semana miles de manifestantes levantaron la voz en contra del actual presidente, Alejandro Giammattei, y del Congreso, como consecuencia de la aprobación de los Presupuestos 2021. Las principales críticas se centraban en la opacidad del documento, al cual no tuvieron acceso parte de los diputados, y en la reducción de los recursos destinados a la sanidad y las políticas de Derechos Humanos para el próximo ejercicio.

El descontento social ya se hizo patente el viernes, cuando en las redes sociales comenzaron a organizarse protestas masivas. Tanto es así que el vicepresidente, Guillermo Castillo, le planteó al presidente que ambos dimitieran para calmar la tensión social y “oxigenar” la política guatemalteca. Al poner también su cargo a disposición de una renovación de poder, manifestó su compromiso de regenerar la política guatemalteca y contestó a aquellos que sugerían que podía ser un oportunista que buscaba ocupar la presidencia, aprovechando la debilidad de Giammattei. Su llamado no fue oído y sólo un día después estalló el desastre: las manifestaciones convocadas terminaron en el asalto y quema de algunas oficinas del Congreso.

Aunque el detonante fue la aprobación del presupuesto, la realidad es que Guatemala arrastra muchos problemas estructurales que generan un fuerte descontento entre la sociedad. Junto con los daños derivados de la pandemia de la COVID-19, el país centroamericano enfrenta desde hace décadas el grave problema de la corrupción. En este contexto, la protesta social se organizó para reclamar un cambio sustantivo en la política guatemalteca. Con un carácter pacífico, la convocatoria perseguía un espíritu de diálogo y paz social. Sin embargo, algunos grupos desoyeron estas premisas y se produjeron altercados violentos.

La manifestación estaba convocada frente al Palacio Nacional de la Cultura, sede del Gobierno, pero aproximadamente un kilómetro antes de llegar, un grupo de manifestantes rompió las ventanas del Congreso y entraron con antorchas, incendiando varias oficinas. Tuvieron que ser desalojados por la policía y los bomberos, quienes lograron sofocar el fuego. Treinta y siete personas fueron detenidas y veintidós sufrieron heridas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha denunciado el uso excesivo de la fuerza por parte de los agentes policiales y ha pedido que se abra una investigación al respecto.

Por su parte, el actual presidente ha invocado la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA), denunciando que las protestas que reclaman su renuncia están poniendo en peligro la institucionalidad del país. Además, ha informado de que se adoptarán diferentes iniciativas para promover el diálogo con distintas fuerzas políticas para “asegurar el orden democrático-constitucional de Guatemala”.

La comunidad internacional no se ha mostrado ajena a la crisis. El grupo de países donantes conocidos en Guatemala como G13 –integrado por Alemania, Canadá, España, Estados Unidos de América, Francia, Italia, Reino Unido, Suiza, Suecia, Unión Europea, Organización de Estados Americanos y Sistema de Naciones Unidas– ha manifestado a través de un comunicado su preocupación por los últimos acontecimientos. Partiendo del respeto a la expresión pública pacífica, el G13 ha instado a los guatemaltecos a buscar soluciones concertadas, a lograr un diálogo inclusivo y a evitar la confrontación.

Sin duda, el diálogo va a ser clave para tratar de salvar una institucionalidad pública que, en la actualidad, está pervertida. El presidente y el vicepresidente atraviesan un divorcio político, la corrupción ha invadido numerosas instancias de poder, el sistema de partidos es débil, el crimen organizado continúa siendo una realidad y la pobreza y desigualdad siguen afectando a numerosos sectores de la población.

La solución a todas estas problemáticas no es fácil y pasaría, posiblemente, por la renuncia de los sectores que ostentan el poder en Guatemala. Situación, hoy, difícilmente imaginable. Sin embargo, si el sistema no decide regenerarse por el convencimiento y compromiso pacífico de las partes que lo integran, es probable que en algún momento llegue un líder populista que prometerá nuevos resultados pero que, probablemente, acabe enredado en las mismas redes de poder que operan en la actualidad.

Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7


Imagen: Pete Linforth / pixabay.com

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