Comienzos accidentados: 2021 y la toma del Capitolio

Comienzos accidentados: 2021 y la toma del Capitolio

enero 14, 2021 Desactivado Por La Opinión de

Tan sólo seis días después de dejar atrás el terrible y pandémico 2020, el nuevo año nos volvió a poner en sobre aviso. El Capitolio de los Estados Unidos, símbolo de la democracia, fue asaltado por centenares de partidarios de Donald Trump. Los manifestantes irrumpieron en el edificio para denunciar lo que consideran un fraude electoral, mientras los parlamentarios se encontraban reunidos en su interior para certificar formalmente la victoria de Joe Biden.

Esta oscura jornada se saldó con horas de crisis e incertidumbre, y con la pérdida de cinco vidas humanas. Pero, además, puso a Estados Unidos en una situación muy complicada en la esfera internacional. Y es que, pese a poder resultar escasamente políticamente correcta, lo cierto es que estas imágenes una puede imaginar verlas en otros países, pero no en Estados Unidos. En el país predomina la incredulidad, la furia y la alarma: la estabilidad del sistema se ha tambaleado, y no por un enemigo externo, sino por su propio presidente y sus partidarios.

Tras lo acontecido en el Capitolio se han intensificado las demandas de destitución del presidente, altos funcionarios del gobierno han renunciado y numerosas personalidades se muestran preocupadas por cómo controlar los últimos días del mandato del presidente. Preocupaciones legítimas tomando en cuenta todo lo ocurrido. Sin embargo, echo de menos una pregunta: “¿qué ha ocurrido para llegar a la actual situación?”

Una respuesta superficial, y desde mi punto de vista incluso algo pretenciosa, puede simplificar la actual realidad norteamericana, apelando a que todo es culpa de Trump y su estrategia populista. Sin negar la responsabilidad del mandatario y los riesgos derivados de su discurso, me parece un diagnóstico demasiado simple. A mi parecer, Trump no es la causa del problema, sino la manifestación de una problemática previa: el fracaso de los partidos y líderes tradicionales a la hora de hacer funcionar correctamente el sistema.

Cuando setenta y cuatro millones de estadounidenses votaron a Trump y miles de personas se manifiestan por sospecha de fraude electoral, es que algo anda mal a nivel sistémico. Es peligroso tildar a todos los seguidores del actual presidente de fanáticos. Una parte de ellos pueden serlo, pero probablemente muchos otros no lo sean. Puede que muchos de ellos encuentren en el histriónico presidente una alternativa a un establishment “serio”, por el que se sintieron abandonados. Puede que muchos crean que las instituciones no sean lo suficientemente transparentes y democráticas. Puede que el sistema haya fracasado sino ha logrado trasmitir a sus ciudadanos que, por encima del disenso, el Congreso es un espacio inviolable y el orden constitucional debe ser preservado por encima de todo.

Por tanto, creo que la solución a esta crisis no puede limitarse únicamente a la búsqueda de responsabilidades. O, mejor dicho, no debe descargarse toda la responsabilidad en Trump y sus seguidores. Esto no quiere decir que los vándalos que asaltaron el Capitolio queden impunes: todo aquél que vulneró la norma en esa oscura jornada debe asumir sus actos y recibir la penalización correspondiente. Pero, junto a esto, estaría bien escuchar a todas aquellas personas que siguen pensando que hubo fraude electoral y desconfían de la nueva administración. ¿Por qué lo piensan? ¿Alguien se ha preguntado que quizás no sean meros fanáticos y que el sistema necesita regenerarse para acabar con la desconfianza y la insumisión?

Puede que Trump no nos guste, pero no podemos dejar de lado a casi la mitad de los votantes del país. Hoy más que nunca es necesario un presidente para todos los estadounidenses, y eso sólo se logrará si los demócratas tienden la mano y dejan de criminalizar en su discurso a los partidarios del presidente saliente. Respeto a la ley y a las instituciones, sí, pero también un ejercicio de empatía. Acabar con la polarización del país requiere ponerse en los pies del otro para comenzar a reconstruir puntos de unión. La nueva administración debe de hacer ver a los escépticos que el proceso electoral cumplió con las garantías pertinentes, que el populismo no es la alternativa y que gobierna para todos. Que sus posturas también son escuchadas y respetadas, por mucho que no se incluyan en el plan de gobierno. Si no, se corre el riesgo de desmembrar aún más a la sociedad estadounidense.

Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7


Imagen: Free-Photos / pixabay.com 

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