La “moral política” y Anaya sin caguamas
marzo 25, 2021Para empatizar, conocer y representar al pueblo de México hay que banquetear caguama. A consecuencia de la doctrina moral y puritana del panismo, los políticos conservadores observan las condiciones socioeconómicas de las personas con soberbia y prejuicio.
Recorrer México como deporte o scouting cultural no es suficiente para entender las realidades en la que viven todas las comunidades del país. Tres meses por México no han sido suficientes para que Ricardo Anaya evite cometer el error comunicativo de criminalizar el gasto de las personas comunes. Ahora resulta que la cultura de consumo es la responsable de años de desigualdad económica y social.
Sin embargo, de manera sistemática existen dificultades para salir de la pobreza y reducir la brecha de desigualdad en el país. De acuerdo con datos de Oxfam, entre 1996 y 2016, los niveles de pobreza y desigualdad permanecieron casi constantes y a pesar de un ligero avance en el combate a la pobreza, el ingreso de la mayoría de los hogares mexicanos disminuyó[1].
No fue hasta la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, que se comenzó ha aumentar de manera significativa la tasa del salario mínimo en el siglo XXI. En 2019, pasó de $88.36 a $102.68 pesos diarios[2]. Asimismo, en el 2021 la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) anunció el aumento del salario mínimo general a $141.70 pesos mexicanos y en la frontera norte a $213.39 pesos diarios[3].
La narrativa conservadora de la tecnocracia panista no se atrevió a tanto durante sus gobiernos, argumentando los riesgos calculados del aumento de la inflación. Por supuesto, hay condiciones económicas que pueden provocar inestabilidad, no obstante, conforme a la firma Holland & Knight, el aumento al salario mínimo en México está destinado a recuperar el poder adquisitivo y cumplir con expectativas internacionales[4].
Podemos recuperar los siguientes datos: durante las presidencias del Partido Acción Nacional (PAN) del 2000 al 2012, el aumento anual al salario mínimo osciló entre el 3% y el 6%. En comparación, en el sexenio actual, los años 2019, 2020 y 2021 representan un aumento del 16%, 20% y 15% respectivamente[5].
El “botarse” o no dos mil pesos mexicanos en caguamas, no va a cambiar las condiciones socioeconómicas de las y los mexicanos. Los cambios provienen de la voluntad política de desmitificar las cuestiones de desigualdad. Siendo una tarea erradicar el sesgo de la tecnocracia conservadora, así como el moralismo político.
Por otro lado, y de forma contradictoria, es curioso observar como la “moral política” del PAN se ajusta en diferentes casos. En torno a los conflictos territoriales provocados por la industria cervecera (que extrae de forma nociva agua de los litorales mexicanos), la “moral política” se ahorra las palabras y tapiza de buena fe los fines del desarrollo, adjuntando la “ética” de aceptar la inversión extranjera y el crecimiento económico, mismo que no logró llegar a las instancias locales durante sus gobiernos federales.
Para ejemplificar, en 2019 el coordinador de los senadores del PAN, Mauricio Kuri González, calificó la decisión de cancelar la fábrica cervecera de Constellations Brands, como “el peor mensaje” que se puede enviar a la inversión extranjera[6]. Sin embargo, nunca habló del origen del conflicto socio-ecológico: la desertificación de la Cuenca de Río Colorado, principal fuente de abastecimiento de Mexicali. Decisión votada a través de una consulta popular por más de 28 mil personas.
Finalmente, Ricardo Anaya y el panismo nuevamente hacen responsables al individuo y a las comunidades, y no a las condiciones estructurales en las que se encuentra el país, este pensamiento seguirá entorpeciendo entender de México. Porque el pobre no es pobre porque quiere. Pero que Anaya y compañía no entiendan, ¿es por qué no quieren entender?
Luis M. León
Twitter: @luismaleon
Imagen: Лечение наркомании / pixabay.com