La nostalgia fascista o anhelos autoritarios

La nostalgia fascista o anhelos autoritarios

septiembre 30, 2022 Desactivado Por La Opinión de

Cada vez se torna un tema de mayor preocupación entre historiadores, politólogos, periodistas, abogados, haciendo alusión a la obra de Juan Linz, el quiebre de las democracias. En especial tras la victoria de Giorgia Meloni, la ahora primera ministra de Italia, pues se ha hablado en redes como medios, de un posible regreso a la extrema derecha o fascismo, situación que no se había dado desde la Segunda Guerra Mundial y antes de ello la era de Benito Mussolini.

Pero no es nuevo, ese retorno nostálgico a los “good old days”, Francis Fukuyama politólogo estadounidense empezó a señalarlo en su obra Identidad: la demanda de dignidad y las políticas de resentimiento (2019), donde señala tres elementos centrales de las políticas de identidad: primero, el reconocimiento y el valor personal, muchas veces irracional, de búsqueda de dignidad personal o de grupo, es decir, mayor aceptación en cuanto a ideología como derechos junto con reconocimiento de los mismos; segundo, el valor e identidad personal frente a la sociedad exterior catalogada como convencional e inauténtica; tercero, que la dignidad personal se hizo una idea universal.

Esto trajo como consecuencia que diversos grupos y sectores de la sociedad, a partir de los últimos 80 años, buscaron mayor reconocimiento de derechos, dignidad, aperturando estructuras de representación política, activismo, junto con las redes sociales que democratizaron la libre expresión de las ideas, ya que no está limitada a élites.

Dejando le lado cualquier filia política o ideológica, es un hecho que las políticas de resentimiento como expone Fukuyama no están limitadas a la extrema derecha o izquierda, sino que se puede presentar en ambos espectros. Tomemos como ejemplo a Rusia o China que estarían en el segundo, pero que son restrictivos hacia algunos grupos como la comunidad LGBTTQ o la libre expresión.

Aunado a esto, y en lo personal me empieza a preocupar, cada vez se normalizan discursos, narrativas de resentimiento y odio, incluso alabando o reprobando que índices de democracia e indicadores internacionales pongan en números rojos a países con prácticas nada democráticas, incluyendo al nuestro.

La misma democracia está lejos de ser perfecta, sin embargo, las experiencias históricas nos han demostrado que es la más funcional siempre y cuando no se vuelva un ejercicio de simulación, además de buscar fortalecer sus mismas debilidades de diseño constitucional o institucional según sea el caso.

De verdad es cada vez más lamentable ver muestras de intolerancia, racismo, clasismo, fascismo, disfrazadas de libre expresión, que nos dan las redes. Y va desde el indignarse por el cambio de raza, etnia, en personajes de ficción, hasta dividir a un país entre buenos y malos sólo por su ideología o posición socioeconómica.

Gildardo Ledesma
Twitter: @gledesmaa24

Imagen: Internet

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