“Pigmentocracia”, la palabra que a los privilegiados les duele escuchar
agosto 13, 2019“La Fórmula 1 es un evento de pigmentocracia durísimo”, fue lo que dijo Estefanía Veloz el pasado 9 de agosto en un programa de ForoTV, en donde fue panelista, y que generó una nueva polémica en redes sociales, sobre todo por el uso de la palabra “pigmentocracia”. Gran parte de esa polémica se desató, ya que mucha gente considera que el término viene del “resentimiento social” y de una (falsa) intolerancia hacia las personas blancas y privilegiadas. Una de las personas que más dieron de qué hablar fue el youtuber Chumel Torres, quien siempre ha sido crítico del gobierno, y que, durante esta administración, ha sostenido esa postura de la discriminación hacia las personas blancas o “fifís”.
Personalmente, me sorprende cómo en México se sigue negando la existencia de la pigmentocracia. Si bien, esa palabra puede sonar pretenciosa o inexistente (de la misma forma que la palabra “feminismo” ha tenido y tiene connotaciones negativas), parece que se mandó a hacer exclusivamente para la sociedad mexicana. El término se utiliza para referirse a la discriminación y desigualdad social entre las personas por su color de piel, destacando que los privilegios son mayores entre más claro sea el color de la piel.
El Colegio de México (Colmex) realizó un estudio en el cual se relaciona el color de piel de los mexicanos con su bienestar en términos de riqueza y capital humano, en el cual las cifras son muy claras; por ejemplo, conforme más clara es la piel, más alto es el nivel de escolaridad, y mientras más clara la piel, el nivel socioeconómico percibido es mayor.
(Colmex, 2016-2017)
Me asombró sobremanera que los mexicanos de mayor nivel socioeconómico, y de tez más clara, afirmen que no existe tal cosa como una pigmentocracia en el país. Hasta cierto punto se podría comprender esa afirmación, puesto que ellos están en el nivel de arriba y muchas veces dentro de su burbuja de privilegio, incapaces de comprender qué hay fuera de ésta. Esta situación no les excusa, pues yo considero que tener conciencia social es la obligación de cualquier persona que haya nacido en un entorno privilegiado.
Sin embargo, he leído a otros mexicanos de clase alta que, si bien niegan la existencia de una pigmantocracia en México, se quejan de la situación aberrante de racismo que afrontan nuestros vecinos del norte, que defienden los derechos de los latinos, musulmanes y afroamericanos en Estados Unidos, pero a la vez critican que la actriz Yalitza Aparicio cobre $30,000.00 pesos por una foto, mientras que Andrea Legarreta puede pasearse con unos tenis de $17,000.00 sin problema, y esto, simplemente porque Aparicio es de origen indígena y de piel más obscura. También he leído a algunos que abiertamente utilizan “prieto”, “gato” e “indio” como insulto, mientras se victimizan porque en la primaria los niños se burlaban de su pelo rubio, y a la vez se consideran “políticamente incorrectos” cuando en realidad solamente denotan ignorancia.
Es hora de que en México, quienes formamos parte de la clase privilegiada, empecemos a reconocer nuestros privilegios. Es hora de que los de tez clara reconozcan que nunca se les ha cerrado una puerta por ello y de que los más adinerados entiendan que eso no les hace superiores a ningún ser humano. Solo así se podrá empezar a abrir la puerta hacia una verdadera disminución del racismo mexicano y a una verdadera destrucción de la pigmentocracia.