México no es la ciudad de los niños
marzo 24, 2020Me encantaría volver a escribir sobre el COVID19, pero desde una idea de reconocimiento a todos los que hemos cumplido nuestra responsabilidad cívica, sin embargo, lamentablemente, no puedo dejar de lado la irresponsabilidad del Presidente mexicano.
Mientras la Organización Mundial de la Salud, los países que llevan la situación por adelantado, médicos, epidemiólogos y hasta algunos empresarios señalan la importancia de considerar esta pandemia como una situación seria y digna de asumir responsabilidades y sacrificios, tanto colectivos como individuales, nuestro Presidente sigue jugando con lo espiritual, la metafísica y hasta sus simples y llanas creencias; parece que en lugar de estar gobernando un país, con más de 100 millones de personas, está jugando a gobernar la ciudad de los niños.
Hoy en Europa la mayoría de los países no solamente han cerrado sus fronteras, sino que también han preferido sacrificar en gran medida el crecimiento económico, asumiendo pérdidas multimillonarias, porque saben que las consecuencias de una pandemia no controlada pueden ser mucho peores; y ello sin considerar el dolor más profundo que significa y representa las pérdidas humanas.
AMLO insiste en señalar enemigos, no se está dando cuenta de que el verdadero enemigo son sus formas infantiles e irresponsables de tratar los asuntos relevantes.
Hoy no se trata de la oposición, hoy se trata de todos y cada uno de los mexicanos, inclusive se trata de México como una pieza más, como cualquier otro país; México es un grano de arena en la colaboración mundial que se necesita. No es un problema político ni nacional, es un problema natural y mundial.
Una vez más el Presidente no entiende o no quiere entender, insiste ahora en que apenas estamos en fase uno y debemos salir a comer a restaurantes con nuestras familias. Al parecer el Presidente no está al corriente de lo que sucedió y está sucediendo en Italia y España, ni tampoco ha contrastado con la forma en que se trató el problema en países como Corea del Sur o Singapur.
No hay lunas de miel eternas y parece que López Obrador tampoco se está enterando de las bajas en sus niveles de aceptación. Hoy quizá pocos se acuerdan, pero en el 2013 después del Pacto por México y el empuje por las reformas estructurales, el gobierno de Enrique Peña también tenía altos niveles de respaldo, no parecía haber forma con la cual terminar con dichos niveles, inclusive los principales partidos de oposición de manera responsable coadyuvaron a lograr dichas reformas; por cierto ese diálogo y esa política de responsabilidad molestó bastante al Presidente actual. Al parecer AMLO solamente está familiarizado con la política de choque y enfrentamiento. Respecto al gobierno de Peña Nieto, después llegó la crisis de comunicación del caso Ayotzinapa y el desenlace de la aceptación de su gobierno hoy todos y todas lo sabemos.
Andrés Manuel López Obrador no se ha dado cuenta de que las lunas de miel no son eternas, que por ello son especiales, porque son momentáneas. Que para poder prolongar la satisfacción y el gusto por una relación hay que innovar y actuar, que justamente quedarse plantado y pasmado en las circunstancias más cómodas lleva precisamente a más y peores crisis políticas y peor aun: sociales.
Es lamentable observar cómo el Presidente se burla en la forma de ejercer su mandato, parece que se burla de todos y cada uno de los mexicanos, tanto de los que lo votaron como de aquellos que no. Descaradamente va y se graba en una gasolinera diciendo que ha decidido bajar el precio de los combustibles para enfrentar las circunstancias, no le basta con no hacer nada, también inventa que toma medidas que no son más que las consecuencias de factores exógenos.
Hoy el valor del peso está por los suelos y el Presidente en las nubes.
Isidro O’Shea
Twitter: @isidroshea