Corrupción en México

febrero 11, 2021 Desactivado Por La Opinión de

El discurso del presidente López Obrador siempre ha reivindicado la lucha contra la corrupción. Así, durante su campaña en 2018, supo captar muy bien el desencanto de la sociedad mexicana, cansada del peñanietismo, frente a los excesos de poder y convencer de que su mandato sería una oportunidad para poner fin a cualquier tipo de corruptela. Cuatro años después, López Obrador sigue manteniendo el discurso de oposición frente a cualquier tipo de corrupción y promete seguir trabajando para cambiar el rumbo de un país castigado por esta problemática.

Desde su llegada a la Presidencia, parece haber sido fiel a sus palabras en lo que se refiere a su persona. Al contrario que en el periodo anterior, donde los escándalos por corrupción copaban todos los medios, desde su llegada al poder no ha estallado ninguna noticia que vincule directamente al presidente con cualquier tipo de trama corrupta. Es más, todos los intentos de la oposición por vincular al jefe del Ejecutivo con alguna actividad ilícita han resultado un fracaso.

No puede decirse lo mismo de su entorno. Su hermano Pío López Obrador apareció en unos videos recibiendo dinero de David León, funcionario y exasesor de Manuel Velasco. Su cuñada, Concepción Falcón Montejo, tuvo que renunciar a su cargo como síndica del ayuntamiento de Macuspana, por un faltante millonario en los fondos del municipio. Asimismo, la empresa de una prima del presidente, Felipa Guadalupe Obrador Olán, obtuvo contratos millonarios asignados directamente por Pemex. Todos ellos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, pero el gobierno no los está investigando. En este sentido, el principal problema recae en la aparente impunidad que el Ejecutivo otorga a círculos cercanos al presidente.

Cuando ampliamos aún más el foco, la percepción sobre los niveles de corrupción es preocupante. Según el último informe de Transparencia Internacional, en 2020 México ocupó el lugar 124 en la lista de 180 Estados evaluados en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC). Pese a haber escalado seis lugares en el ranking respecto al estudio anterior, sigue siendo el peor situado entre todos los de la OCDE, compartiendo puntuación con Bolivia, Kenia, Kirguistán y Pakistán. También se encuentra a la cola del G-20, ocupando el puesto 18 de 19.

En su informe, Transparencia Internacional (TI) señala que algunas de las razones por las que México obtiene esa puntuación son el alto riesgo de impunidad en muchos de los casos denunciados. Así, el informe recoge que entre 2016 y 2019 ninguna de las corruptelas transnacionales que involucran a empresas y funcionarios mexicanos ha sido sancionada. Frente a esta problemática, TI recomienda fortalecer las instituciones del sistema anticorrupción, especialmente a través de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y del Instituto Nacional de Transparencia (Inai). En esta línea, aconseja fiscalizar el gasto público en tiempo real, sobre todo en aquello que afecta a las partidas de gasto en salud, programas sociales y reactivación económica. Además, se debe asegurar el principio de máxima publicidad y dar resultados concretos: sentencias a redes de corrupción, la recuperación de recursos desviados y la reparación de daño a las víctimas.

Los resultados del informe ponen de manifiesto que, pese al discurso del presidente, el problema de la corrupción está lejos de haber quedado en el pasado. López Obrador no puede mirar hacia otro lado y dejar que la impunidad triunfe. Es necesario que asuma la realidad y actúe en consecuencia, apoyándose en los medios disponibles a su alcance. Asimismo, poco le ayuda atacar a los medios que destapan presuntos casos de corrupción. No son ellos el enemigo a combatir. De no cambiar su estrategia, corre el riesgo de que su discurso en contra de prácticas corruptas acabe reduciéndose a la mera demagogia y evidencie una falta de compromiso real para poner fin a esta pesada carga para México.

Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7