El gran dilema de la democracia mexicana
mayo 14, 2021Vivimos tiempos por demás complicados en el acontecer nacional, en los que la mayor preocupación de periodistas y académicos es la fragilidad de la democracia mexicana.
Los ciudadanos en México, al menos desde antes de la elección de 2012, vivíamos en un desencanto democrático; este punto se ha reforzado aún más pese al discurso polarizador del que mucho se ha hablado no solamente en este espacio. A esto hay que sumarle que el discurso de odio, una herramienta política que se ha venido en escalada a partir de 2016 a nivel mundial, ante el surgimiento de los nuevos populismos que han encontrado resonancia en las personas, al apelar a la dignidad de quienes se han sentido invisibilizados, ya que durante años fueron olvidados por aquellos que tuvieron el poder.
Francis Fukuyama afirma, por ejemplo, que: “Las democracias liberales modernas prometen y en gran medida brindan un grado mínimo de igual respeto, encarnado en los derechos individuales, el Estado de derecho y el sufragio. Lo que esto no garantiza es que en democracia las personas sean igualmente respetadas en la práctica, particularmente los miembros de grupos con un historial de marginación”.
Por lo que, si recordamos a Robert Dahl en el concepto de poliarquía, respecto a que esto va en relación con la denominada tiranía de la mayoría, esto es que en la democracia nos ha llevado muchas veces a plantear si ¿la igualdad es enemiga de la libertad?
Urge, en términos de Fukuyama, fortalecer la democracia liberal, basada en los mismos valores, en especial el respeto por encima incluso de la tolerancia; pues si bien no es la mejor forma de gobierno y a nivel mundial tiene sus fallas, tampoco debemos permitir como sociedad caer en autoritarismos que signifiquen retrocesos históricos terribles.
Sin embargo, el problema más grave en México es que buena parte de la población no alcanza a dimensionar la gravedad de que el poder tenga un férreo control sobre los poderes públicos o la autonomía de órganos como el INE, que no es nuevo, recordemos los tiempos del presidencialismo mexicano; pero ello significa un paso atrás en los avances democráticos de nuestra nación.
Ahora bien, si a la gente no le interesa y vota irracionalmente este próximo 6 de junio, bajo el supuesto de que los anteriores son lo peor, “que la mafia de la corrupción” no debe regresar al poder, sin duda alguna, estaremos dando un gran paso atrás, aunado a la oposición acéfala carente de autoridad moral.
Gildardo Ledesma
Twitter: @gledesmaa24
Imagen: Arek Socha / pixabay.com