Entre plagios y grados comprados

Parecería que para Yasmín Esquivel Mossa, quien cobra como ministra de la Suprema Corte de Justicia la Nación (SCJN), colocada en esta posición por el presidente López Obrador, los plagios y la compra de grados son una constante.

A finales del año 2022, gracias a una investigación de Guillermo Sheridan, nos enteramos de que la señora Esquivel, esposa de José María Riobóo, uno de los contratistas favoritos del presidente de la República desde que fue jefe de Gobierno del extinto Distrito Federal, plagió su tesis de licenciatura en 1987 de una tesis de 1986.

La divulgación del plagio de Esquivel se dio en el contexto de la elección de la o el presidente de la SCJN, cargo al que aspiraba la ministra pirata y desde el cual fungiría como brazo ejecutor de López Obrador al interior del Poder Judicial de Federación, en la presidencia del máximo tribunal del país, tras el término del periodo de Arturo Zaldívar, uno de los personajes más serviles del régimen.

La ministra plagiaria y su asesora (por no decir proveedora) de tesis arguyeron que los reproches a la falta de integridad académica y moral de Esquivel Mossa se debían a su condición de mujer y acusaron a los críticos de misoginia y de violencia de género. Nada más alejado de la verdad. Al momento la señora Esquivel no ha aceptado el plagio y promovió una serie de amparos para que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no pueda pronunciarse sobre su plagio. El miedo no anda en burro.

Todavía no terminaba el escándalo de la ministra plagiaria, cuando el periódico El País reveló, a finales de febrero, que Yasmín Esquivel no sólo había plagiado prácticamente el 100% de su tesis de licenciatura, sino que aproximadamente el 50% de su tesis de doctorado, de la Universidad Anáhuac, también había sido plagiada.

En su ficha curricular, en el portal de la Suprema Corte, la doctora en plagio presume que es “Doctora en Derecho por la Universidad Anáhuac en convenio con Universidad Complutense de Madrid”; una mentira más de la ministra pirata, pues la universidad española se ha deslindado del supuesto doctorado de Esquivel, pues ésta nunca defendió una tesis en la sede de la Complutense.

La señora Esquivel es una farsante y estafadora profesional, obtuvo su título de licenciada en Derecho copiando la tesis a otro estudiante; más tarde obtendría el grado de doctora reproduciendo capítulos completos de libros e investigaciones de destacados juristas e investigadores, tanto mexicanos como extranjeros, como Luigi Ferrajoli, José Castán Tobeñas, Gregorio Peces-Barba Martínez, Ignacio Burgoa Orihuela, Jorge Carpizo MacGregor, José Manuel Rodríguez Uribes y Miguel Carbonell.

Pero lo que motiva a la doble plagiaria es contar con títulos y reconocimientos, sin importar cómo se obtengan; hoy sabemos que también fue “reconocida” como “doctora honoris causa” por el “prestigiado” y desconocido Instituto Mexicano de Líderes de Excelencia (IMELE), que entrega sus grados sin ningún valor a quienes estén dispuestos a hacer una módica aportación a la institución, la cual puede llegar a los 100 mil pesos.

IMELE, se suma al Consejo Doctoral Mexicano, Claustro Doctoral Honoris Causa, Claustro Mundial Universitario Honoris Causa, entre otros, que se aprovechan de la “necesidad” de reconocimiento, sin ningún mérito, de personas como Yasmín Esquivel, quienes están dispuestos a pagar miles de pesos por un papel que dice que son “doctores”; estas organizaciones fraudulentas han hecho de la venta de “doctorados honoris causa” uno negocio muy jugoso.

LA CUADRATURA

El fututo de la democracia en México está en las manos de los ministros de la SCJN; pero, lamentablemente, la inconstitucionalidad del mal llamado Plan B lo decidirán los ministros del presidente. ¿González Alcántara Carranca, Esquivel Mossa (que no debería ocupar ese espacio), Ortiz Ahlf, Ríos Farjat y Zaldívar Lelo de Larrea se comportarán como verdaderos jueces constitucionales o sólo como empleados de López Obrador?

Alberto Lugo Ledesma
Twitter: @albertolugomx

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