La voz de Saruman

La voz de Saruman

noviembre 4, 2018 Desactivado Por La Opinión de

Luzma G.

Saruman es un personaje verdaderamente terrorífico; dentro de la muy famosa saga de El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien, no tiene el papel de villano estelar, pero al menos, en mi opinión, es el que más miedo da. Para los pocos que no lo conozcan, Saruman era un Istar (mago), el blanco, y eso lo convertía en el jefe de los magos de la Tierra Media. En el libro de Las dos torres, Aragorn lo describe así: “alguna vez fue tan grande como su fama. Su conocimiento era profundo, su pensamiento, sutil. Sus manos eran maravillosamente hábiles. Tenía poder sobre la mente de otros. A los sabios los podía persuadir, y a los pequeños, podía intimidar. Y todavía puede”.[1]

Tenía un rasgo adicional en el que vale la pena detenernos un momento: su voz. Tolkien la describe como una voz que sonaba baja y melodiosa, sabia y razonable, y despertaba un deseo repentino de acceder a lo que pedía y así parecer sabios también.[2] Las palabras concretas se perdían en la memoria y así podía alabar e insultar a una persona en una misma conversación sin que nadie notara la mentira, incluyendo al aludido.

Saruman dedicó la mayor parte de su vida a estudiar las artes obscuras para destruir al mal, encarnado en Sauron (el villano estelar). Su gran sabiduría, su inteligencia y su carisma lo convirtieron en el candidato natural para dirigir los esfuerzos contra las huestes del mal. Su deseo era conocer profundamente del anillo del poder para destruir a Sauron. Pasó el tiempo (los magos de la Tierra Media, como Gandalf, vivían muchísimos años) y su deseo por conocer se fue transformando en deseo por controlar. Empezó a desear el anillo. O más específicamente, empezó a desear el poder que concedía el anillo.

Su propuesta era la del rey filósofo. Saruman, el gran sabio, el gran conocedor, podría gobernar mejor la Tierra Media que cualquier otro. Podría gobernar mejor que Sauron –desde luego–, pero también mejor que los elfos, que los enanos, que los hombres y que todos los pequeños a los que ni siquiera valía la pena nombrar.

Las estrategias que siguió eran las obvias: la traición a todos. Una vez que traicionó sus propios principios, ¿qué lo iba a detener de traicionar al Consejo Blanco (a los elfos, a los hombres, a los enanos) o al propio Sauron? En la práctica, ya desde antes, sólo los estaba utilizando. Y no sólo fue traición. Creó su propio ejército de orcos –elfos torturados[3]– y de criaturas de la obscuridad, que hicieran el trabajo sucio. Y utilizó todos sus dones y toda su capacidad al servicio de un único propósito, de un único anillo: la conquista del poder.

¿Qué importaba ya el motivo para el que quería el poder? Si hubiera conseguido el anillo, hubiera sido él un nuevo Sauron, una encarnación del mal con una nueva máscara, con un nuevo nombre.

La historia de Saruman podría ser la biografía ficcional de muchas personas, de muchos ámbitos, que conocemos. Políticos, desde luego, pero también empresarios, activistas, emprendedores, académicos, columnistas… que empiezan con una cruzada para acabar con el mal, tal y como lo conciben, pero desvían su camino y convierten el medio –el poder, el dinero, la fama, la presencia– en el fin. Luego se traicionan y traicionan a todos y a todo. Después, o se convierten en el mal que combatían o los detienen.

Afortunadamente no todos los que podrían ser Saruman tienen el set de skills, que hace terrorífico a este personaje de Tolkien. Y además, no debemos olvidar que el gran mago blanco, venido a negro, fue derrotado por un árbol, dos hobbits y una comunidad de amigos.

 


[1] “Flotsam and Jetsam”. Las dos Torres. Traducción propia.

[2] “The voice of Saruman”. Las dos Torres.

[3] “De la llegada de los elfos y el cautiverio de MelkorEl silmarilion.

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