Expertos vs. sabios

Expertos vs. sabios

abril 28, 2019 Desactivado Por La Opinión de

Uno de mis autores predilectos es, sin duda, G. K. Chesterton. No solo por su genialidad y su capacidad para poner en frases cortas ideas brillantes[1], sino por su profunda comprensión del espíritu humano. Fue un autor prolífico que nació (1874) y murió (1936) en Inglaterra y a través de sus escritos nos compartió no solo sus ideas, sino su propio camino, que, por cierto, es muy interesante. Escribió ensayos, artículos de periódico, novelas y biografías. El día de hoy quiero referirme a uno de sus cuentos cortos de un género que casi podría llamarse policiaco: El padre Brown, a quien el propio Chesterton describió de la siguiente manera:

“La cara del padre Brown era ordinaria, pero curiosamente feliz; podía brillar tanto por su ignorancia como por su conocimiento. Pero siempre había un instante en el que su máscara de simpleza se caía y en su lugar se colocaba la de sabiduría. […] El padre Brown estaba hecho con dos hombres. Había un hombre de acción, que era tan modesto como una prima rosa y tan puntual como un reloj; que realizaba su pequeña rutina de labores y ni siquiera soñaba con alterarla. También está un hombre de reflexión, que era mucho más simple, pero mucho más fuerte. Que no podía ser contenido. Del que su pensamiento era siempre (en el único sentido inteligente de las palabras) un pensamiento libre. No podía evitar, ni inconscientemente, hacerse todas las preguntas que se tenían que hacer, y responder todas las que le fueran posibles. Todo eso, para él era como la respiración o la circulación”[2].

Las muchas aventuras del padre Brown se desarrollan alrededor de crímenes. Es un investigador con sotana. Sus preguntas no son sobre hechos científicos, sino sobre la plausibilidad humana de las acciones. Por ejemplo, en uno de sus cuentos se pregunta qué podría orillar a una mujer aristócrata a entrar en un comedor para trabajadores. A sus preguntas se revela un misterio que desemboca en un crimen. En otro, sus cavilaciones lo llevan a contribuir en la exoneración de un hombre honesto hasta la irracionalidad, pero inocente de todo crimen.

En el cuento El signo de la espada rota, el padre Brown se enfrenta a un relato de una batalla en la que “encontraron la verdad, pero la verdad no tenía sentido[3]”. Es decir, la versión de la historia era inconsistente: un general que siempre había sido un experto en estrategia pierde una batalla que hasta un niño sabría que era mala idea dar. Como prisionero, fue asesinado brutalmente por un rey conocido por su magnanimidad.

El padre Brown se da cuenta de las inconsistencias en la historia, rastrea a los sobrevivientes y analiza la evidencia. No tenía sentido que ambos líderes hubieran actuado tan fuera de carácter. Su conclusión es una completamente diferente. Es una historia de traición, llena de compasión por parte de los verdaderos vencedores, en el que lo que se conoce de la batalla es totalmente falso, pero está dicho así para proteger a los herederos del general.

¿Qué relación tiene esto con la política? Podría parecer que ninguna, pero Chesterton está proponiendo una clave de lectura de la vida en sociedad, de la política. ¿Puede ser que el hombre megalómano que está obsesionado con el poder renuncie a él sin dar mayor explicación? La lectura de Chesterton parece sugerir que no. Las personas son de cierta manera. Cambian, por supuesto, pero hay razones para esos cambios. Sería difícil pensar en un presidente populista que repentinamente reconozca sus propias faltas y engaños y todavía más difícil que genuinamente se transforme.

Para analizar política es necesario entender el sistema, pero no solo como un experto en el propio sistema. Chesterton subraya en sus escritos de ficción la importancia de comprender a las personas, como origen de toda sociedad. Pero las personas rara vez están aisladas (muy rara vez). También se tiene que observar cómo son con su familia, con sus amigos, con sus colaboradores cercanos; cómo actúan en lo pequeño, para inferir cómo deberían actuar en lo grande, por eso, la historia tiene que tener sentido. Su interpretación debe ser de plausibilidad, de conjeturas. Y mientras se tiene mayor conocimiento holístico de las personas en combinación con los sistemas (o ambientes) en los que se desarrollan, las conjeturas pueden acercarse más a la realidad.

Luzma González


[1] Por ejemplo: “The British officer, was pachydermatous to ideas, but punctilious about behavior.” (Chesterton, G. K. The G. K. Chesterton Collection [50 Books]. Catholic Way Publishing. Kindle Edition).

[2] Traducción libre. Chesterton, G. K. The G. K. Chesterton Collection [50 Books]. Catholic Way Publishing. Kindle Edition.

[3] Esta frase es del propio Chesterton, pero tomada de otro de los cuentos del padre Brown titulado El honor de Israel Gow

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