“En cierto modo, se lo merecía”

“En cierto modo, se lo merecía”

junio 6, 2019 Desactivado Por La Opinión de

Hace unos días, en España, una chica de tan sólo treinta y dos años se suicidó después de que se pusiera en circulación entre sus compañeros y amigos –supuestamente a través de un exnovio– un video de contenido sexual que ella misma grabó hace años. Las miradas inquisidoras, las murmuraciones, los comentarios machistas y la presión a la que se vio sometida tras la circulación del video le llevaron a acabar con todo. Dejó dos hijos y un futuro por delante.

Viajemos en el tiempo. Universidad Nacional Autónoma de México, mayo de 2017. Una joven de veintidós años aparece muerta junto a una cabina frente a la Facultad de Ingeniería. Las primeras investigaciones de la Fiscalía definían a la víctima como alcohólica y mala estudiante, le acusaban de estar drogándose con unos compañeros y señalaban que vivía en el concubinato con su novio. Comenzaron los comentarios y las actitudes reprobadoras hacia una persona que había sido asesinada. Parece que sólo faltó añadir en el informe que su homicidio estaba justificado.

Pero continuemos viajando en el tiempo. Seguimos en México, en el Paseo de Reforma. Es marzo de 2017 y cuatro personas mueren en un accidente automovilístico. Dos de ellas son mujeres. Ninguna iba al volante. El conductor superaba los límites de alcohol permitidos. Algunos medios de comunicación comienzan a señalar que las dos mujeres se subieron en un automóvil cuyo conductor habían conocido esa misma noche, señalan que habían bebido e incluso apuntan que una de ellas estaba de fiesta sin su esposo. Otra vez las murmuraciones y las críticas. En este caso también parece que solo faltó añadir que se lo merecían.

De repente, el foco no se centra en el problema de inseguridad que supone que una joven sea asesinada frente a una Facultad, que un conductor ebrio conduzca a doscientos kilómetros por hora en una de las principales avenidas de la Ciudad de México o que un individuo reproduzca un material que pertenece a la intimidad de las personas… Lo importante parece ser lo decorosa o poco decorosa actitud de las víctimas.

Estos son sólo algunos ejemplos, pero se podrían encontrar más. Afortunadamente, cada vez son más las voces que adoptan una actitud crítica y de rechazo hacia este tipo de reacciones y eso, queramos o no, da algo de esperanza. Porque da igual si una mujer es soltera, casada, adúltera, si es madre de familia o decide dedicar su vida a su carrera profesional o a viajar por el mundo… Da igual si lleva la falda corta o larga, si bebe o fuma…Si dedica su tiempo libre a la lectura o si decide grabar vídeos con contenido erótico. Ninguna de estas elecciones, que en sentido estricto únicamente conciernen a cada persona y a cómo decide vivir su vida, deben ser objeto de debate público y, menos aún, de escarnio, acoso o persecución.

En estos tiempos en los que se habla tanto del progreso, la tecnología y el futuro, parece que nos olvidamos de algo importante: de todos los posibles avances, uno de los más importantes –tal vez el que más– es el interior. Si no somos capaces de abrir nuestras mentes, desaprender viejos prejuicios y replantearnos muchas de nuestras asunciones, ni la más evolucionada tecnología nos salvará del abismo. Dejemos de criticar lo que hace el vecino, de preocuparnos más por la conducta de nuestro compañero de trabajo que de la nuestra y de inculcar a nuestros hijos dobles morales o actitudes inquisidoras.

Es totalmente razonable admitir que cada quien tenga sus opiniones sobre lo correcto e incorrecto o sobre aquellas conductas que quisiera seguir o evitar. Pero la convivencia y el orden social implican también el respeto hacia el ser humano y a su dignidad. Dignidad que no se pierde por salir a tomar unas copas, grabar un video o salir de fiesta sin tu pareja. Así que, por favor, que nuestros comentarios o nuestra pretendida moralidad no empujen a ninguna chica más a quitarse la vida ni que los familiares de una persona fallecida no tengan que escuchar que la muerte de su ser querido se justifica por su díscola conducta. Puede que, si empezamos a mirar más hacia adentro y menos hacia lo que hace el otro, hasta nos hagamos un poquito más grandes por dentro.

Mélany Barragán

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