Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos

Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos

junio 13, 2019 Desactivado Por La Opinión de

Esta frase, atribuida a Porfirio Díaz pero en realidad escrita por el intelectual Nemesio García Naranjo, parece ser oportuna para describir la realidad política que atraviesa el país azteca estas semanas. El pasado viernes 7 de junio, tras meses de discrepancias, los gobiernos de Estados Unidos y de México llegaron a un acuerdo migratorio que ha dejado una sensación agridulce entre la sociedad mexicana.

Con el objetivo de frenar la imposición arancelaria a los productos mexicanos, anunciada por la administración estadounidense, el Presidente López Obrador ha tenido que renunciar a algunas de las premisas básicas, que hasta hace muy poco sostenían su posición respecto a la migración. Así, la política de puertas abiertas, que puso en marcha tras su llegada al poder, parece ser ya cosa del pasado y en las próximas semanas aumentarán significativamente el control fronterizo y las deportaciones, desplegándose 6,000 soldados de la Guardia Nacional para frenar la migración irregular.

Tras el acuerdo, Trump mostró su cara más amable agradeciendo los esfuerzos del gobierno mexicano y López Obrador trató de proyectar una sensación de victoria. Sin embargo, para muchos mexicanos el acuerdo viene a simbolizar un nuevo muro migratorio que se pliega a los deseos de Washington. México se convierte así en una especie de barrera para evitar el ingreso de emigrantes centroamericanos en territorio estadounidense y muchos acusan al nuevo gobierno de mostrar una excesiva debilidad frente a los Estados Unidos, aceptando las exigencias migratorias de Trump para evitar que se materializaran las amenazas económicas del mandatario estadounidense.

Sin embargo, ¿qué más podía hacer? Pese a las críticas que se puedan realizar a las políticas de López Obrador, lo cierto es que las asimetrías entre ambos países son contundentes y, en caso de enfrentamiento, a corto plazo México sería el que saldría peor parado. Esto debe llevarnos a reflexionar sobre la necesidad de replantear las estrategias y políticas del gobierno mexicano a medio y largo plazo. Y es que, seamos honestos, aunque históricamente los Estados Unidos han sido un vecino incómodo, lo cierto es que las diferentes administraciones mexicanas no han hecho verdaderos esfuerzos para comenzar a distanciarse del gigante estadounidense. Probablemente, y de manera totalmente entendible, por la interdependencia y las inercias que se generan con cualquier país vecino.

Dentro de las medidas urgentes, en primer lugar destaca la necesidad de disminuir la dependencia comercial con Estados Unidos mediante la diversificación y fortalecimiento de relaciones con otros países dentro y fuera de América Latina. En este sentido, México debería ser capaz de aprovechar las actuales coyunturas económicas y políticas que están viviendo Brasil y Argentina y ejercer un verdadero liderazgo en la región. En segundo lugar, afrontar la dependencia energética respecto de Estados Unidos, así como alcanzar una soberanía alimentaria aprovechando los potenciales recursos con los que cuenta el país. Para ello, es fundamental invertir en el crecimiento interno y acabar con cualquier tipo de clientelismo asistencial. En tercer lugar, mantener políticas migratorias y diplomáticas firmes y continuadas en el tiempo, evitando posturas ambivalentes que impidan llevar a cabo acciones coherentes en el medio y largo plazo. Y, por último, llevar a cabo una profunda revisión de su política doméstica para proyectar una mayor confianza y fortaleza institucional en el exterior.

Todos ellos son objetivos que requieren tiempo, esfuerzo y planeación. Nada que pueda ser hecho de hoy para mañana. No obstante, la soberanía de un país pasa indiscutiblemente por su capacidad de suficiencia y poder de negociación. Obviamente existen contextos y coyunturas internacionales, más o menos favorables para los objetivos de un país, pero sería falso afirmar que México no cuenta con ninguna capacidad para fortalecer su soberanía respecto a Estados Unidos. En su mano está, o al menos en parte, comenzar a ejercer su liderazgo o ser, para siempre, el patio de atrás de los Estados Unidos.

Mélany Barragan

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