¿Sufragio efectivo? ¡No! ¡Reelección!
julio 26, 2019El circo: el partido oficial, Morena, desde su creación prometió traer “esperanza”, surgió como una página en la Internet, que buscaba afiliados, en decenas de “voluntarios” (pagados mediante el antiquísimo arte del pase de charola) y un aparente boca a boca, llevada de la mano de su creador, el hoy Presidente Andrés Manuel López Obrador. Su premisa, ser “diferentes” a todas las otras opciones políticas, sin decir diferentes en qué, sin explicarnos el cómo, ni el cuándo y mucho menos el “a costa de qué”.
La maroma: este inicio de sexenio tiene dos características muy obvias: una, no existe un grupo de “cerebros” que nos gobiernen, lo hace la caprichosa voluntad del Presidente, su leal saber y entender, y nadie en su equipo puede bajo ninguna circunstancia contradecirlo; dos, el Presidente no solo es “dueño de su silencio” (al pasar, convenientemente para él, por alto el hecho de que es el Presidente de la República quien, más que otro cargo, DEBE rendir cuentas), sino que es dueño de la verdad, lo que en campaña fue perverso, antipatriótico y “neoliberal”, con la venia del titular del Ejecutivo es mágicamente bueno, beneficioso y parte de una “nueva cultura”, de la honestidad pues.
La política: quien piense que en Morena pueden ocultarse cosas de su único amo y señor, que hay espacio para ideas propias, para disentir o contradecir al Presidente, se equivoca rotundamente. Es simple, se trabaja para él, se puede haber llegado desde otros partidos, desde organizaciones no gubernamentales o desde la sociedad civil, pero al aceptar engrosar las filas del oficialista hay que plegarse al “gran plan” o irse. O se hace lo que se dicta desde Palacio Nacional o la puerta es muy ancha (para muestra, el otrora defensor del Yunque, Germán Martínez o el salinista Carlos Urzúa).
Hay que tener en mente, durante todo éste sexenio, que el Presidente tiene la patente del decir una cosa y hacer otra; y hoy nos ha dicho que son “sus adversarios” los responsables de la ilegal y anticonstitucional reforma para extender el mandato del Gobernador electo de Baja California y ha sido muy explícito en su deseo de no hacer pública su postura al respecto, lo cual no solamente es inmoral e inaceptable, es simplemente una de las mayores irresponsabilidades de López Obrador.
Los flamantes autores de aprobar la llamada “Ley Bonilla”, han renunciado al PAN, quitándole, convenientemente para el régimen, la mayoría a su odiado rival en el Congreso local y ya corren rumores de que su voluntad fue comprada en dólares.
¿Habrá alguien que crea que el Presidente es ajeno a todo esto? Yo no.