Watchmen: el bien común y el poder sin vigilancia (parte I)

Watchmen: el bien común y el poder sin vigilancia (parte I)

diciembre 6, 2019 Desactivado Por La Opinión de

Durante 1986 la reconocida editorial DC Comics publicó una novela gráfica que sería la más destacada, así como revolucionaria, del medio, su título sería Watchmen una historia sobre los miedos, la ansiedad social y los dilemas del poder, disfrazada o con el pretexto de ser una simple historia de súper héroes de cómic. Ahora replanteada como una serie de HBO, la trama continúa jugando con temas políticos-sociales, particularmente delicados y polémicos, que se analizan a continuación.

Escrita por el controvertido Alan Moore, la historia nos sitúa en un mundo alternativo, dónde hay vigilantes o los héroes enmascarados existen al menos desde la Segunda Guerra Mundial, cuya temática tiene un tono entre lo político, lo social y connotaciones de tipo sexual; no es hasta la década de 1950-1960 en la que aparece en el panorama Jon Osterman, alias Doctor Manhattan, un físico que sufre un accidente en un centro de investigación nuclear, que eventualmente lo convierte en un ser omnipotente, al grado de un dios, que a la vez con esa clase de poder lo deshumaniza o se siente lejano al género humano mismo.

El personaje mencionado anteriormente es usado como un disuasivo nuclear en plena Guerra Fría, por lo que, en ese mundo paralelo, Estados Unidos gana la guerra de Vietnam logrando incluso que Richard Nixon se consolide en el poder hasta entrado 1985, pero con la particularidad que para ese año la URSS y EEUU están al borde de la destrucción nuclear, la cual es detenida por Adrian Veidt, un exvigilante sumamente inteligente, con un perverso plan que augura la paz mundial logrando fingir una invasión extraterrestre que uniría al mundo a costa de una mentira o fabricación elaborada.

Mientras que en la serie de HBO que funciona a manera de secuela, las consecuencias en el mundo contemporáneo siguen, pero entre lo interesante juegan con la idea de que Robert Redford, el actor, sea presidente desde 1993 a la fecha, siendo un equivalente de Reagan, pero demócrata y progresista.

Evidentemente ambas versiones cargan con un mensaje político importante, en tanto la novela gráfica reflexionaba sobre la autodestrucción del ser humano y los abusos del poder, la nueva versión televisiva tiene entre otras temáticas el tema racial, además de la idea de ¿qué pasaría si con tanto progresismo político, dejas a una minoría resentida dispuesta a cualquier cosa con tal de imponer su agenda?

Sin duda es un tema de análisis interesante e incluso muy acorde a la realidad de las democracias actuales, tanto en Estados Unidos, como en América Latina, incluyendo nuestro país. Continuará…

Gildardo Ledesma

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